jueves, 21 de noviembre de 2013

Botella y Aznar, tanto monta, monta tanto

Aznar va sacando pecho y pretendiendo dar lecciones de moral, sin darse cuenta de que lo que demuestra es que sus convicciones democráticas son endebles, que sabe engañarse a sí mismo y que no se da cuenta de que su esposa ha llegado a alcaldía de Madrid de un modo sonrojante.
Sus 'logros' en la alcaldía son tales que no es probable que el partido la elija como cabeza de cartel para las próximas elecciones municipales. Lo aconsejable sería que no fuera en ningún lugar de la lista. Lo tenía fácil esta mujer. Su antecesor en el cargo fue Gallardón, de modo que a poco que aplicara un poco de sentido común a las cosas se hubiera ganado a todo el mundo. Pero no. Ella se cree capacitada para llevar a cabo las más grandes empresas y ahí está el dinero gastado para conseguir que le den los Juegos Olímpicos. Quizá no se sepa con exactitud cuanto dinero se ha enterrado con este fin.
Ella, por otro lado, mostró su 'sapiencia' con el famoso ejemplo de las manzanas y las peras. Ana Botella dando lecciones al mundo. En cambio Zapatero había hecho algo que a todos los homosexuales a los que les he preguntado les ha parecido bien. La alcaldesa de Madrid (lo que da de sí en España el hecho de tener 'enchufe'), en cambio, no sólo ha demostrado hasta dónde llega su capacidad de razonamiento, sino también su sensibilidad hacia unas personas que a lo largo de la Historia han sufrido lo indecible por algo de lo que no tienen la menor culpa. Ha impuesto una multa de 160 000 euros a los organizadores de la fiesta del Orgullo Gay.
Lo que le faltó a Zapatero fue añadir en la legislación, como delito, a la homofobia. Quizá esta falta demuestre que no estudió el asunto bien del todo.

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