miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cierra la televisión valenciana

Era un cierre anunciado. En un tiempo en el que la oferta televisiva es tan abundante mantener con dinero público las televisiones de las autonomías es un despilfarro y un fraude a los contribuyentes. Con que haya una en toda España es suficiente. Esa televisión debería ser totalmente independiente de la casta política y tener un canal para cada autonomía, también independiente de la casta política. Esto sería lo racional.
Tampoco cabe descartar que esa televisión pública, independiente del poder político, perdiera dinero. Pero ya no sería el chorro actual.
La caída de la televisión valenciana tiene alguna particularidad. Todo aquello que ha caído en manos de Francisco Camps se ha ido a pique de manera brutal. Y, sin embargo, según las noticias que se han dado, Francisco Camps sigue disfrutando de secretaria y de coche con chófer, todo a cargo del contribuyente.
Se entiende perfectamente que Camps no se sienta responsable. ¿Cómo va a sentirse si se considera la perfección hecha hombre?
No se considera responsable de la desaparición de las cajas y bancos valencianos. Tampoco de la enorme deuda que pesa sobre los valencianos ni del desastre que nos amenaza. Lo han absuelto por lo de los trajes y está muy contento.
Lo que no se entiende es que Rajoy no se diera cuenta de Camps estaba llevando a cabo un estropicio similar al de Zapatero. Un día me lo dijeron en la tertulia de la radio: Camps ha dicho que Zapatero es una mala persona. Para mí, Camps y Zapatero son iguales, contesté.
Si Rajoy no se daba cuenta de eso, mal podía ser el presidente que sacara a España del atolladero. Pero ahí está Rajoy, y así nos va. La alternativa, Rubalcaba, da risa.
El caso de Rita Barberá es otro. Ella siempre protege a los suyos. Los que no somos 'los suyos' pagamos la factura.
La televisión valenciana no debió ser fundada. Pero al caer en manos de Camps se convirtió en la madre de todos los despropósitos. Y hay víctimas.

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