domingo, 10 de agosto de 2014

La Iglesia católica catalana

Hay una campaña en Cataluña, a la que se han adherido más de 3500 personas, que pertenecen a un grupo llamado algo así como Iglesia Plural, en la que se le pide al papa que el sustituto de Sistach sea un catalanista.
El papa debería poder responder fácilmente a esta exigencia. La respuesta correcta sería: No hay. Porque el catolicismo no tiene nada que ver con el nacionalismo. La propuesta del catolicismo consiste en promover la paz entre las gentes y la ausencia de privilegios, y los nacionalistas azuzan el odio y exigen, precisamente, privilegios.
Pero ocurre que en la Iglesia católica sí que hay curas y obispos nacionalistas, cosa que hace recordar aquello de 'Algo huele a podrido en Dinamarca'.
El propio papa debería decirles a los firmantes de esa carta que como católicos están confundidos y que además al firmar esa petición han incurrido en pecado. Y luego debería preguntar a los responsables de la diócesis, exigiendo las responsabilidades pertinentes, que cómo es que se ha llegado a esta situación. No lo hará, porque lo sabe de sobra. La Iglesia Católica tiene la costumbre de compadrear con el poder.
Es raro también el título de ese grupo que se llama Iglesia Plural, pero que luego resulta ser nacionalista, con lo que lo de la pluralidad ya no se sabe a qué se refiere. Tal vez, lo de plural no sea más que un eufemismo que enmascare el abandono de la doctrina católica, para prestar atención a cuestiones políticas que no deberían tener cabida en el lugar.
El nacionalismo es una peste que inficiona todo lo que toca. Ha podrido al PSOE, también a la Iglesia española, y tiene bastante confundido al PP.
Si la Iglesia Católica se desvía de su propio camino, luego que no se extrañe si la gente deja de poner la X en su casilla cuando haga la declaración de la renta.

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