miércoles, 20 de agosto de 2014

La traición de Sosa Wagner

La traición es habitual en la política española. Baste recordar que Roca fue a contarle a Solchaga las trapacerías de Pujol, y que al que fue conocido como 'El enano de Tafalla' le faltó tiempo para hacérselo saber al bergante catalán. Roca traicionó a Pujol y Solchaga a los contribuyentes honrados.
La traición es propia de patanes, y a menudo ni siquiera son conscientes de que la hacen. Un patán (o una patana) no se fija en esas cosas. Son patanes aunque tengan una inteligencia privilegiada y unos modales tan finos como aquel Francisco Fernández Ordóñez (Paco, ¿con quién nos has traicionado hoy?). Un señor (o una dama) no tiene la cara tan dura.
Es grave que los políticos no se enteren de que traicionan. Sus votantes confían en ellos. Un votante no puede confiar en un traidor.
Francisco Sosa Wagner era un perfecto desconocido y UPyD lo lanzó a la fama. Gozaba, y me consta, de toda la confianza y todo el cariño de Rosa Díez. Tenía todos los cauces del partido a su disposición para exponer lo que quisiera. Debería haberlo dicho todo dentro del partido sabiendo que se le iba a escuchar. Al menos lo hubiera hecho Rosa Díez. En el caso de que no se le hubiera dado satisfacción, o no hubiera estado de acuerdo con las respuestas que se le hubieran dado, lo correcto habría sido que renunciara a todo lo que ha conseguido gracias al partido, que se diera de baja como militante y entonces hablara.
Pero publicar un artículo exponiendo un criterio contrario al oficial sobre un asunto concreto y denunciar al mismo tiempo supuestas prácticas autoritarias puede considerarse como una traición doble.
Cabe la posibilidad, al menos teórica, de que Sosa Wagner esté en lo cierto, pero el procedimiento que ha elegido es el propio de los traidores.

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