domingo, 24 de agosto de 2014

A Colau le va el escrache

España es un país en el que el culto al poder adquiere unas características desorbitadas. Incluso entre los intelectuales se da esta circunstancia. Individuo hay por ahí al que le basta con dar una voz para que una gran cantidad de gente se eche al suelo boca abajo.
En España se usa mucho la violencia. De vez en cuando se hacen campañas de acoso y derribo en las que participan las personas más insospechadas. El poder y la paciencia no encajan bien. Quien tiene poder no puede esperar a que las cosas lleguen por sí mismas. Podría ocurrir que no llegaran, pero, sobre todo, ¿por qué esperar a que lleguen si se puede conseguir que lo hagan enseguida? No importa si hay que apartar a algunas personas, a los poderosos no les importan algunas minucias. Para ellos no son personas, sino obstáculos.
En esta España en que la violencia, en todas sus formas, está tan presente, no es extraño que surjan individuos que asaltan supermercados, partidos políticos que prometen el oro, pero que en realidad llevan a desastre, y personas que ven en el escrache un modo de hacer justicia, lo cual es un contrasentido.
Colau propone ahora hacerle un escrache al alcalde de Valladolid, y la consecuencia es que quienes participen se pondrán a la misma altura que él, de donde resulta que en lugar de resolver un problema se hace más grande.
El cultivo de lo políticamente correcto hace estragos en España. Anula el sentido crítico de las personas, y de ahí que luego partidos como Podemos obtengan tantos votos. Son muchos los que temen discrepar de la opinión dominante en su entorno. Así que quienes estén en el entorno en el que desenvuelve Colau aceptarán el escrache como algo normal y lógico.
Es por esa falta de sentido crítico por la que tantas personas equiparables, en algún sentido, al alcalde de Valladolid, pueden medrar en la política.

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