domingo, 14 de diciembre de 2014

Algo teme el PNV

El nacionalismo es eminentemente antidemocrático, puesto que pretende privilegios de unos sobre otros y se basa en criterios egoístas. Funciona como una religión, con sus dogmas y ritos, pero al final más que una religión parece ser una enfermedad, puesto que los nacionalistas se lo tragan todo, a pesar de que la mayoría de ellos salen perjudicados.
Cabe entender que los partidos nacionalistas, habida cuenta de sus intenciones, son corruptos por naturaleza. Si el egoísmo y la búsqueda de prebendas están en su ADN no puede ser de otra manera. De hecho, gracias a Felipe González, el País Vasco goza de privilegios fiscales, de modo que ya no somos todos iguales ante la ley. Y los nacionalistas catalanes piden lo mismo para Cataluña, cuando lo democrático sería exigir que desapareciera esa ventaja.
Cuando Íñigo Urcullu, el lendakari, oye la palabra corrupción salta como un resorte. Quizá teme que la Udef cuando termine con Pujol busque por el País Vasco. No obstante aquí parece todo controlado.
Hasta los trabajadores del Obispado de Bilbao pidieron el indulto para uno del PNV, Juan Ramón Ibarra, condenado por algo muy gordo y que, sin embargo, está recibiendo un trato que ya lo quisiera Isabel Pantoja. Por cierto, esos mismos trabajadores podrían adherirse a la campaña de Covite 'Una víctima, una placa'. Pero esto es sólo una sugerencia, claro. No pretendo cabrear al obispo de Bilbao.
La historia de este Juan Ramón Ibarra y la actitud del PNV con su caso son dignas de estudio. Hay bastante información en Google. A los dos meses de estar en prisión ya obtuvo el tercer grado y ha vuelto a su trabajo en la diputación foral.
El ente foral se personó en la causa, pero luego se retiró, porque consideró que Ibarra no había perjudicado a las arcas públicas. Cada uno puede considerar lo que quiere y a los ciudadanos con nómina no les queda más remedio que pagar hasta el último céntimo.

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