Cuando se decidió privatizar Endesa ya debió haber previsto lo que podía ocurrir. La actitud del PP durante el proceso no da pie a considerar que fuera así. Por parte del gobierno actual, parece claro que también debió, antes de que ocurriera, percatarse de lo que podría llegar a suceder. Si Gas Natural vio la posibilidad, antes debió haberlo visto el gobierno. También debían saberlo los propios directivos de Endesa, que debieron alertar al gobierno, por si éste no se hubiera dado cuenta. Lo que hemos tenido que ver luego, ha sido, por completo, fruto de la improvisación. Gas Natural presentó su OPA que, a la vista del resultado final, puede calificarse de insuficiente y oportunista. Durante la misma, se lanzaron bravatas fuera de lugar y se hicieron chistes de muy mal gusto. Luego ha habido una serie de maniobras, y muchos políticos han tratado de forzar las cosas, cada uno en una dirección diferente. Ha intervenido la Unión Europea más de una vez. Y al final, después de muchos meses, parece que ha terminado el culebrón. Cuesta asimilar que tratándose de una cuestión tan importante, porque se si piensa en el dinero hay que considerar que hay muchos miles de ciudadanos que tienen invertidos sus ahorros en esta empresa y si se tiene en cuenta el sector al que pertenece, resulta que es estratégico. Se ha trasladado al público la idea de que aquí nos enteramos de que va a llover cuando caen gotas. Mientras tanto, se vive en la Arcadia feliz y si no hay acción no se piensa en la posible reacción. Ahora se dice que han salido ganando los pequeños accionistas y los usuarios y, a lo mejor, quien habla así es capaz de componer un semblante grave y adusto. La verdad es que durante todo el proceso no se ha tenido en cuenta a los pequeños accionistas ni tampoco demasiado a los usuarios. Ha sido una lucha entre pesos pesados y si los pequeños no han salido mal parados, es porque no podía ser de otra manera. Pero no se sabe aún a ciencia cierta, si dentro de algún tiempo podrán seguir diciendo que han tenido suerte.
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