domingo, 8 de abril de 2007

Dos minutos de odio

Dos minutos de odio al día deberían ser más que suficientes. Mejor sería que no se odiara, pero esto ya pertenece al capítulo de los imposibles. El vuelo de una mariposa, el estallido de una rosa, el trino de un jilguero, distraen de la acción de odiar. El odio es incompatible con la vida. Odiar perjudica gravemente su salud y la de quienes están a su alrededor, debería ser la leyenda que figurara por doquier. Porque odiar perjudica en primer lugar a quien odia, al ocupar todo su tiempo en afanes improductivos. Pongamos que se abrazan Zapatero y Rajoy. Pues vendría a ser como el abrazo de dos de las Españas. Porque Zapatero y Rajoy no son sólo ellos dos. En estos momentos, cada uno de ellos representa a una buena parte de los españoles, aunque ambos cobran de todos, no sólo de quienes les votan. Ese abrazo, por otra parte, vendría a ratificar que nuestro sistema es democrático. Democracia significa aceptar al otro, reconocerle su derecho a existir. ¿Es democrático odiar a quien piensa de otro modo? Algunos parecen pensar que sí, puesto que se encrespan con quien no toca la partitura esperada. Además de los españoles representados, grosso modo, por Rajoy y Zapatero queda otra buena parte de ellos, que son quienes se decantan por las opciones nacionalistas. Éstas, como ya se ha explicado hasta la saciedad, se fundamentan precisamente en el odio. “Hay que odiar lo español”, ésa es su consigna más evidente. Sería entendible que España hiciera el sacrificio de diluirse para conformar una entidad superior, como sería Europa. La unidad europea constituiría un avance humano. Sucumbir ante los nacionalismos internos sería traición cobarde. Buscar modos de convivencia entre los españoles, basados en la justicia y la solidaridad parece una tarea más noble. Y no dejarse engañar por ETA, ese producto del odio.

`Equinox´

`El sexo del cerebro´


1 comentario:

Unknown dijo...

El odio tiene raices que muy pocos estan dispuestos a desenterrarlas, se encontrarian una sorpresa con la que es muy dificil convivir.