jueves, 12 de abril de 2007

El reportaje de Telemadrid

Quienes mantenemos las televisiones públicas con nuestros impuestos somos los ciudadanos. Por tanto, deberían estar a nuestro servicio. Pero no es la primera vez que digo que no habiéndose atrevido Adolfo Suárez a democratizar la televisión es muy difícil que lo haga otro. El miedo a la libertad es mucho más frecuente de lo que sería deseable. Junto a ese miedo actúa el culto al poder y como resultado los sucesivos gobiernos emplean las televisiones públicas para sus fines particulares en lugar de ponerlas al servicio de los contribuyentes. Uno de esos usos indebidos de esas televisiones lo constituye el reportaje Ciudadanos de segunda que emitió Telemadrid. Si hubiera sido obra de una televisión privada, no habría nada que alegar. Pero una de titularidad pública, que está siendo usada, como todas, de forma partidista, no debería hurgar en cuestiones que afectan a otra Comunidad Autónoma, gobernada por un partido de diferente signo. Si el reportaje lo hubiera emitido una cadena de la que no se hubiera podido negar su independencia, yo aceptaría fácilmente las tesis de las gentes de Ciutadans. Habiéndolo emitido una cadena del PP, quienes deberían haber participado, en lugar de aquellos, son los políticos catalanes del PP. Eso de hacer que sean otros quienes se jueguen el tipo tampoco parece muy gallardo. En lo que a mí respecta, creo que se hace muy bien apoyando todas las lenguas, siempre que ello no implique poner obstáculos a otras o tratar de hacerlas desaparecer. El hecho de que se proteja al catalán no debería significar que pusiesen obstáculos al castellano. Al final, el perjuicio es para las personas. Tampoco me importaría que se dieran clases de catalán en la Comunidad Valenciana (ya se hace), e incluso que se trate de convencer de que el catalán y el valenciano están abocados a convertirse en un único idioma, si quienes propugnan esto supieran respetar a los opinamos de distinto modo. Los catalanes protestan por el reportaje de Telemadrid, con razón, pero ¿qué ocurre si se les menciona su menosprecio a los valencianoparlantes? Me refiero a los que despectivamente denominan blavers.

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