sábado, 30 de mayo de 2009

Chávez teme a Vargas Llosa

Hugo Chávez, que es incapaz de reprimir su vocación dictatorial, lo cual es muy peligroso tanto para él como para el pueblo venezolano, se compone, partes iguales, de gramática parda y bestialidad. Gramática parda conocer en todo momento los límites que no puede sobrepasar y cuáles de ellos son susceptibles de ser ampliados y cómo hacerlo.
Toda su verborrea se dirige a su clientela particular, que se divide entre quienes no tienen más remedio que soportarlo, en muchos casos porque su forma de vida depende de ello, y aquellos otros gobernados por el resentimiento y deseosos de vengarse de sus imaginarios enemigos. Los primeros residen en su totalidad en Venezuela. Los segundos pueden extenderse a lo largo y ancho del planeta, aunque en algunos puntos hay concentración de ellos.
Cuando habla Hugo Chávez no hace más que marcar el territorio, recordar a todo el mundo que él es el gallo de ese corral. Aunque cabe presumir que es consciente del efecto que causa su discurso entre las personas civilizadas, se ve obligado a decir un disparate tras otro para mantener la disciplina. Puesto que su forma de gobernar no puede admitir la mínima disidencia, cabe suponer lo que les ocurre a quienes no aceptan de buen grado sus diatribas y los tiene cogidos de algún modo. Cuando logre implantar algo parecido a lo de Fidel Castro, Venezuela entrará en lo más oscuro de la noche.
Era previsible que no quisiera discutir con Mario Vargas Llosa. Si lo hubiera hecho, aquellos a los que tiene sometidos hubieran seguido en la misma condición y con la misma desesperanza. Pero ante el mundo civilizado Hugo Chávez hubiera hecho el ridículo y lo sabe. De ahí que haya inventado otro disparate para disfrazar su espantada.

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