El Comité para la Protección de los Periodistas (Committee to Protect Journalists), para conmemorar el Día Internacional de la Libertad de Prensa, ha hecho pública la lista de los diez países más opresores de Internet:
1.- Myanmar
2.- Irán
3.- Siria
4.- Cuba
5.- Arabia Saudita
6.- Vietnam
7.- Túnez
8.- China
9.-Turkmenistán
10.- Egipto
Pero este hecho no debería hacernos olvidar, en lo que respecta a España, que entre nosotros hay otra clase de censura, no menos eficaz. Sé de un empresario valenciano que tuvo que cerrar su empresa, por haber defendido sus ideas, legítimas y constitucionales. En su nuevo modo de ganarse la vida sigue defendiendo las mismas ideas, que no tienen nada de subversivas ni antipatrióticas. Consuelo Ordóñez tuvo que dejar su San Sebastián natal, porque se quedó sin clientes. El motivo es que su hermano fue asesinado por ETA.
Aparte de esos dos casos tan significativos, que resumen la situación, cabría aludir a todas esas cosas que no se dicen para no molestar a la propia masa de lectores. Las demarcaciones están perfectamente señalizadas. Y cuando alguien enclavado perfectamente dentro de una de ellas se sale un poco de la norma lo suele pagar.
El miedo a la libertad está presente en todo el mundo y no sólo en los países dictatoriales. Quienes han ascendido en el escalafón social gracias a su obsecuencia con el poder son los peores censores. Ignoran, sin duda, que esa obsecuencia suya lleva directamente a lo que George Orwell describió en su novela “1984”. La peor cárcel es aquella en la uno se encierra voluntariamente. Merece la pena recordar a Cervantes: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra, se puede aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”
1.- Myanmar
2.- Irán
3.- Siria
4.- Cuba
5.- Arabia Saudita
6.- Vietnam
7.- Túnez
8.- China
9.-Turkmenistán
10.- Egipto
Pero este hecho no debería hacernos olvidar, en lo que respecta a España, que entre nosotros hay otra clase de censura, no menos eficaz. Sé de un empresario valenciano que tuvo que cerrar su empresa, por haber defendido sus ideas, legítimas y constitucionales. En su nuevo modo de ganarse la vida sigue defendiendo las mismas ideas, que no tienen nada de subversivas ni antipatrióticas. Consuelo Ordóñez tuvo que dejar su San Sebastián natal, porque se quedó sin clientes. El motivo es que su hermano fue asesinado por ETA.
Aparte de esos dos casos tan significativos, que resumen la situación, cabría aludir a todas esas cosas que no se dicen para no molestar a la propia masa de lectores. Las demarcaciones están perfectamente señalizadas. Y cuando alguien enclavado perfectamente dentro de una de ellas se sale un poco de la norma lo suele pagar.
El miedo a la libertad está presente en todo el mundo y no sólo en los países dictatoriales. Quienes han ascendido en el escalafón social gracias a su obsecuencia con el poder son los peores censores. Ignoran, sin duda, que esa obsecuencia suya lleva directamente a lo que George Orwell describió en su novela “1984”. La peor cárcel es aquella en la uno se encierra voluntariamente. Merece la pena recordar a Cervantes: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra, se puede aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”
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