domingo, 13 de marzo de 2011

Asesinados un matrimonio y tres de sus hijos

Se trata de una familia israelí que vivía en un asentamiento cercano a Nablus, ciudad palestina. Mientras dormían, dos de los hijos fueron degollados y el tercero y sus padres fueron acuchillados. Los niños tenían once años uno, tres otro y el tercero dos meses, o quizá tres, según distintos medios. Otros hijos del matrimonio tuvieron más suerte, unos porque dormían en otra habitación y otra porque no se encontraba en la casa.
Conviene recordar, y sin ahondar mucho en el tiempo, que en el último cuarto del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX el pueblo judío sufrió toda suerte de atrocidades, no es necesario enumerarlas. Encontrar una solución era una tarea urgente e ineludible. Al finalizar la guerra mundial, algunas naciones se sentían fuertes y poderosas, y además se creían con la razón en la mano. Decidieron crear el Estado de Israel y con ello dieron por solucionado el problema. Si no se hubieran sentido tan poderosos, quizá hubieran hecho las cosas mejor.
El Estado de Israel proporciona una seguridad, puesto que en su interior ningún judío puede ser perseguido. Ahora bien, tomada esta resolución, faltaba la otra parte: procurar que la vida de los israelíes fuera plácida. La responsabilidad de defender a Israel de los ataques de sus enemigos debió recaer sobre la ONU, puesto que fue esta organización la que decidió crear este Estado. Y debió hacerlo procurando por todos los medios que sus vecinos no volcaran su odio contra él.
Se ha librado a los judíos de los pogromos en los distintos países en los que se venían produciendo, pero en su nuevo país han de hacer frente al odio de sus países vecinos y se ven obligados a defenderse con uñas y dientes. La comunidad internacional hizo la mitad de lo que debía, y quizá ni siquiera la hizo bien. A las naciones poderosas, tan dadas a recrearse en sus supuestas glorias, no en sus infamias, todo las pilla por sorpresa, la crisis, las revueltas árabes, como también el odio a Israel. Algún día tendrían que diseñar un política común, dejando de lado los nacionalismos.

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