lunes, 7 de marzo de 2011

Sobre la intervención militar en Libia

Las revueltas en los países árabes han puesto de manifiesto la escasa consistencia de los valores morales de los países democráticos, puesto que hasta el momento no han prestado atención al descontento de los ciudadanos de estos países. Los gobernantes de los países democráticos han venido pactando y estableciendo negocios con los tiranos árabes, sin preocuparse lo más mínimo por las brutalidades que vienen perpetrando.

Alguna acción conjunta podrían haber pactado con anterioridad los gobiernos democráticos que sirviera para aliviar las penalidades que esos tiranos hacen sufrir a sus súbditos. Ellos se han dado cuenta de que no pueden esperar nada del civilizado mundo occidental y han decidido actuar por su cuenta. Algunos dictadores han caído y ahora veremos lo que ocurre en esos países. Gadafi, en cambio, resiste, lo que significa que muchos ciudadanos libios han tenido que perder la vida. Ese es el motivo por el que se plantea la conveniencia de intervenir en Libia para derrocar a Gadafi.

Por su parte, Zapatero, tan preocupado siempre por las apariencias, quiere que la intervención esté avalada por el Consejo de Seguridad de la ONU, por la Liga Árabe y la Unión Africana, y probablemente habrá pensado en pedir también la del papa de Roma, pero se habrá refrenado a última hora. ¿Por qué intervenir ahora en Libia y antes no? ¿Es que Gadafi no mataba a nadie antes? ¿Por qué intervenir en Libia y no en Marruecos? ¿Es que Mohamed no lleva a cabo represiones brutales? ¿Es que Mohamed no ha invadido un territorio que no pertenece a Marruecos? ¿Es que los saharauis tienen menos derechos que los libios? Pero Zapatero, tan preocupado por las apariencias, acaba de reunirse con dos tiranos árabes. La legalidad internacional es pisoteada muy a menudo. Estados Unidos, sin ir más lejos, tiene encerrada en sus cárceles, de forma ilegal, a María José Carrascosa. El Reino Unido no cumple las resoluciones de la ONU sobre Gibraltar. En este estado de cosas, las consideraciones sobre la conveniencia de intervenir en Libia equivalen a cogérsela con papel de fumar. O se convierte a la ONU en un organismo serio o se disuelve. Para ahorrar dinero.

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