Hay dos cosas que caracterizan a los políticos españoles, indiferentemente del partido político en el que militen. La primera es que están pegados al asiento con cola fuerte. No hay modo de que lo abandonen si no es por fuerza mayor (y cuando lo abandonan se colocan en Teléfonica, Endesa o en cualquiera de esos organismos cuya función es la de colocar a algunos compañeros de partido). La segunda es que cuando se les pregunta por algún asunto turbio en el que pueden estar implicados de manera directa o indirecta alegan que tienen la conciencia tranquila.
Ese es un argumento genial, puesto que tienen la conciencia tranquila ya no se creen obligados a dar más explicaciones; porque esto, lo de dar explicaciones teniendo que convencer al auditorio ya parece más complicado. Los hay que rizan el rizo y como prueba de su honradez y de su inocencia confiesan que duermen a pierna suelta. Poco les importa si con esto ofenden a quienes padecen insomnio a causa de la ruina a la que les han llevado los malos políticos.
Las noticias que están saliendo a relucir en Andalucía pondrían los cabellos de punta, si no fuera porque ya estamos curados de escándalo, porque hemos visto cosas de todos los colores en todas partes y, al final, la idea que tenemos los ciudadanos es que los políticos españoles hacen aviones de papel con el dinero de los impuestos. 25000 euros en cocaína se gastaban dos cada mes. Del dinero público. Y eso viene a ser algo así como el chocolate del loro (debe de haber un número inusitadamente de loros en España). El problema es que ninguno de los que pasaban por allí, y debería haberlo visto, ha demostrado tener vergüenza. A lo mejor, todo lo que le falta en vergüenza le sobra en sueño y duerme a pierna suelta.
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