jueves, 8 de marzo de 2012

Juan Roig no es infalible

El hecho de que Juan Roig haya tenido éxito (que se le reconoce y se le aplaude, porque su empeño no era nada fácil) no significa que lo sepa todo. En lo que respecta a las declaraciones que ha hecho a El País, convengo en que algunas de las cosas que ha dicho son ciertas. Otras, en cambio, son discutibles.
Eso de que los españoles somos derrochadores. Los asalariados españoles nunca han tenido voz y voto. Son las elites españolas, a las que mejor sería llamar oligarquías, las que mueven los hilos. Esas que ahora dan lecciones y explican lo que hay que hacer son las que nos han llevado a la situación en la que estamos. No hace mucho, los financieros y empresarios españoles incitaban a comprar, a gastar y a endeudarse sin tasa. Y algunos ingenuos les hicieron caso. Y ahora hemos de ayudar entre todos a los financieros y a los empresarios, mientras los ingenuos y algunos más se pudren.
¿Gastarse el dinero en clubes de baloncesto o de fútbol es derroche? ¿Se podría gastar ese dinero en investigación o en cultura? El señor Roig utiliza mucho la palabra cultura. Cultura no es exprimir a los trabajadores, sino que un empresario culto es aquel que sabe conseguir que el esfuerzo que legítimamente puede exigir a los trabajadores que tiene contratados sea mejor aprovechado, porque el trabajo está bien organizado y los utensilios o herramientas de que disponen para el desempeño del mismo sean los mejores.
Es cierto que en España se ha derrochado mucho, y ahora hay que pagar la factura, y los responsables no tienen vergüenza de que la tengan que pagar otros. La clase política es la que más ha derrochado en España, y ciertos empresarios los que más han incurrido en aventuras financieras que han acabado mal, y también hay que hacer constar al tremendo fraude fiscal español y el sector hacia el que apuntan las sospechas.

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