martes, 13 de marzo de 2012

Pobre, pero honrado

En tiempos que ya han pasado definitivamente a la historia, porque ya no se oye, eran muchos los que solían decir “yo soy pobre, pero honrado”, y lo decían, como se puede suponer, con un toque de orgullo.
Pero todos no pensaban así. Cierto personaje del mundo de las finanzas, en donde llegó a ser mucho, solía decir que “uno es un señor mientras no le pille el guardia”. Este mismo personaje fue uno de los primeros (no el primero, porque él se lo oyó a otro) en decir aquello de “hay mentiras pequeñas, mentiras gordas y estadísticas”, y lo decía adoptando un tono grave y enseguida todos los pelotas asentían y lo catalogaban como sabio. Ahora lo dicen todos y ya nadie aplaude. Pero no es porque haya menos pelotas que antes. Como se puede suponer, al final lo pilló el guardia, pero no lo pilló del todo, porque no fue a la cárcel. Algunos roban algo y van a la cárcel y otros roban y no devuelven nada y, a menudo, tampoco van a la cárcel. Algunos dicen que depende de lo que se robe y quién sea el que robe. Yo ahí ni entro ni salgo.
Si hoy en día alguien dijera eso de pobre, pero honrado, serían muchos los que lo borrarían; como ya no está de moda decirlo, la gente saca la calculadora sin empacho, y piensa que un amigo así no interesa. Supongo que esa falta de interés será del orden de aquello que dijo Antonio Machado: Todo necio confunde valor y precio.
En la actualidad, falta mucho dinero. Falta en todas partes. Se sabe que falta porque la gente corriente lo está pagando. Con todo. Con sangre, con sudor y con lágrimas. Pero hay que seguir pagando, por mucho que se sude. Lo de llorar es opcional. Falta dinero, pero nadie sabe dónde está. Ni se le busca tampoco. Y los ricos tienen todas las puertas abiertas. Y algunos dan lecciones y consejos.


No hay comentarios: