sábado, 17 de marzo de 2012

Un hijo de Esperanza Aguirre, asesor

Se viene difundiendo la noticia de que los más de 600 asesores de Zapatero siguen cobrando sus sueldos, con el escarnio para quienes se los pagamos de que no sirvieron para nada, y resulta que el asunto de los asesores no ha pasado a la historia. Se siguen nombrando asesores. A cargo del erario público, por supuesto.
Me dijo hace poco una funcionaria madrileña, de las que trabajan y trabajan sin parar y durante muchas más horas de las estipuladas, y no como esos diputados que ni siquiera asisten a las sesiones del Congreso, que cobra 300 euros menos cada mes, a pesar de que hace trabajos que no le corresponden. Al 5% que les quitó Zapatero hay que añadir otras partidas que se les han quitado también y de las que no se ha hecho eco la prensa.
Pero otra funcionaria, ésta de Valencia, me dijo que a ella le han quitado más, puesto que le han aplicado una reducción de jornada y consecuentemente de sueldo. Total, casi el 40% menos.
El mundo de la política, en España, se mantiene ajeno a estas penurias. Los políticos no sólo faltan a menudo a su trabajo, sino que cuando van los que hablan demuestran que no saben hablar. Hace poco, uno habló del centralismo “interesado”, demostrando que ignora que el adjetivo cuando no da vida, mata. Pero no sólo no saben hablar, sino que además dicen burradas que sólo pueden atender las personas intelectualmente capadas y que, por tanto, no detectan los disparates que dicen los propios.
Esperanza Aguirre ha colocado a un hijo suyo como asesor. Pero ésta me temo que es una práctica habitual. Los políticos colocan a sus familiares, pero no sólo eso, porque tampoco faltan los que se forjan su futuro en las grandes empresas privadas. Mientras eran ministros, o directores generales, estaba claro que eran inútiles, pero luego accedieron a Consejos de Administración, en donde cobran mucho, pero se conoce que no hacen nada, porque esas empresas no quiebran.
Los hay que defienden la peregrina idea de que los políticos han de ser profesionales, sin caer en la cuenta de que eso es abrir la puerta a los parásitos, a personas que harán lo posible y lo imposible por seguir en la política.


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