sábado, 23 de febrero de 2008

Albelda y el Valencia Club de Fútbol, SAD

En torno a este asunto hay dos cuestiones que me interesan. La primera se refiere a los constantes derroches de los clubes de fútbol, que luego hemos de pagar los contribuyentes, mediante recalificaciones, que desfiguran las ciudades; y la segunda tiene que ver con las dificultades que sufren los trabajadores a la hora de defender sus derechos.
Reproduzco, antes de seguir adelante, el texto que sigue, extraído de la web
Acoso Moral:

"Mobbing es el acoso psicológico en el trabajo y tiene el objetivo de destruir la estabilidad psicológica de un ser humano, a través del descrédito y la rumorología. Se practica acosando grupalmente de tal manera que la víctima "estigmatizada" no pueda defenderse, que no pueda hablar o que su palabra ya no tenga ningún valor. La indefensión de la víctima proviene de la pasividad de los testigos de la violencia, que permiten la destrucción de otro ser humano de manera indignamente cobarde". (Definición de Marina Parés. Septiembre 2002) ©2002marinapares


Según tengo entendido, la cuestión comenzó con la llegada de un nuevo técnico al Valencia. Éste tomó la determinación de apartar a tres jugadores del equipo, a lo cuál parece que tiene derecho y por lo que no hay nada que objetar. Tampoco hay nada que oponer a que los jugadores tomen sus decisiones a partir de este hecho. Y aquí vienen los problemas, puesto que ha habido que ir a juicio, al menos en el caso de Albelda. El club y el jugador tienen un contrato firmado. Llegar a un acuerdo basado en el contrato, debería ser fácil. Pero se conoce que el club quiere retorcer las cosas para pagar menos, aunque ello signifique un perjuicio para el jugador. Según se cuenta, Koeman, el entrenador, ha exigido traductor. No debería necesitarlo, puesto que lo único que tiene que decir es que no piensa alinear a Albelda nunca jamás. ¿Si tuvo coraje para prescindir de tres jugadores considerados emblemáticos, por qué no lo tiene para eso? Además, el club no ha tenido inconveniente en enfrentar a los demás componentes de la plantilla con Albelda.
Queda claro que una empresa puede hacer daño a un trabajador al que sus circunstancias no le permitan poner pies en polvorosa. Conviene hacer notar que los trabajadores corrientes no tienen a su alcance los medios de los que dispone Albelda para defenderse.

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