He de comenzar diciendo que surgió en los medios la noticia de que este caballero iba a ser candidato de UPyD yo desconocía su existencia. Lógicamente, sí tenía noticia de su hermano. Hoy aparecen unas declaraciones de Álvaro en el diario Las Provincias, en las que se dice que ha conseguido 11 récords mundiales. Cosas de los deportes minoritarios, que no trascienden tanto como otros. Quizá sean éstos los únicos a los que se les puede seguir llamando deportes.
La cuestión es que la política española no es un modelo de cortesía y buenos modales, sino que rige la guerra sucia y el todo vale. De modo que enseguida se trata de asociar Álvaro con su hermano, por aquello de contagiarle su posible imagen negativa, cuestión en la que tampoco estoy muy al corriente. Ignoro si Jaime tiene mala fama y en el caso de que sea así si la merece. La cuestión es que Álvaro es otra persona.
¿Por qué a una persona le tienen que salpicar las virtudes o los defectos de sus hermanos? Cada uno es un mundo aparte. Baste recordar el caso de Caín y Abel, tan diferentes ambos. O, en tiempos más cercanos, el de Ramón y Francisco Franco. O puede cada uno recordar a las personas que conoce, entre las que no faltarán los casos que puedan servir de ejemplo.
En la citada entrevista, Álvaro dice cosas muy interesantes. Como propietario de una inmobiliaria, habla de la destrucción del litoral y aunque en la actualidad todos dicen más o menos lo mismo en este punto, está muy bien que haya gente interesada en resolver o paliar el desaguisado. Y como enamorado del mar, habla del peligro que representan las desalinizadoras, ésas que Cristina Narbona, que se dice preocupada por el medio ambiente, reparte a mansalva por toda la costa.
Tal vez sea un gran fichaje para UPyD.
La cuestión es que la política española no es un modelo de cortesía y buenos modales, sino que rige la guerra sucia y el todo vale. De modo que enseguida se trata de asociar Álvaro con su hermano, por aquello de contagiarle su posible imagen negativa, cuestión en la que tampoco estoy muy al corriente. Ignoro si Jaime tiene mala fama y en el caso de que sea así si la merece. La cuestión es que Álvaro es otra persona.
¿Por qué a una persona le tienen que salpicar las virtudes o los defectos de sus hermanos? Cada uno es un mundo aparte. Baste recordar el caso de Caín y Abel, tan diferentes ambos. O, en tiempos más cercanos, el de Ramón y Francisco Franco. O puede cada uno recordar a las personas que conoce, entre las que no faltarán los casos que puedan servir de ejemplo.
En la citada entrevista, Álvaro dice cosas muy interesantes. Como propietario de una inmobiliaria, habla de la destrucción del litoral y aunque en la actualidad todos dicen más o menos lo mismo en este punto, está muy bien que haya gente interesada en resolver o paliar el desaguisado. Y como enamorado del mar, habla del peligro que representan las desalinizadoras, ésas que Cristina Narbona, que se dice preocupada por el medio ambiente, reparte a mansalva por toda la costa.
Tal vez sea un gran fichaje para UPyD.
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