Hubo un político, cuyo nombre no voy a decir porque esta España de las trincheras a uno lo ponen enseguida en una lista negra, que tildó a otro, cuyo nombre también callaré, de Tahúr del Mississippi (por cierto que la mención a la lista negra me ha hecho recordar a cierta dama que parece que la versión femenina del Doctor Jekyll y Mister Hide; cuando quiere es más fea que Picio). El tiempo vino a demostrar que el apelativo de tahúr le venía mejor a quien lo lanzó que a aquel al que iba destinado, que siempre que se vio ante una situación difícil reaccionó de modo ejemplar, cosa que no hicieron sus sucesores, que en situaciones similares optaron por lo mezquino.
En esta España de las trincheras, cada una bien definida, Baltasar Bueno defiende hoy, en su Valéncia Hui, a Rita Barberá, que probablemente no necesita que la defiendan. Se resguarda sola. Baltasar siempre defiende a Rita, pero no traga a González Pons. Sin embargo, González y Pons y Rita se cobijan en la misma trinchera. González Pons dice que no tiene casa, que no tiene dinero, ¿qué tendrá González Pons? (La cosa iba de tahúres). Tiene un inmenso amor al valenciano; y si no que se lo pregunten a los agradecidos académicos de la fenicia AVL; es capaz de hacer suya la naranja de Vicente González Lizondo e incluso de lanzar un grito como el de El Palleter, llamando a la rebelión contra De la Vega o directamente contra Zapatero.
La cuestión es que cada uno defiende su trinchera y no necesariamente jugando limpio, dado que el PSOE ya pide el voto en Buenos Aires, con claro desprecio de la Ley Electoral.
En algunas cosas se ponen de acuerdo los partidos atrincherados. Últimamente en cerrar todos los caminos a Rosa Díez y su UPyD. Pese a que este partido tiene respaldos tan cualificados como los de Fernando Savater y Mario Vargas Llosa, es totalmente silenciado. Pese a que se presenta con propuestas atractivas, que conviene estudiar, Rosa Díez no logra la atención que le corresponde.
En esta España de las trincheras, cada una bien definida, Baltasar Bueno defiende hoy, en su Valéncia Hui, a Rita Barberá, que probablemente no necesita que la defiendan. Se resguarda sola. Baltasar siempre defiende a Rita, pero no traga a González Pons. Sin embargo, González y Pons y Rita se cobijan en la misma trinchera. González Pons dice que no tiene casa, que no tiene dinero, ¿qué tendrá González Pons? (La cosa iba de tahúres). Tiene un inmenso amor al valenciano; y si no que se lo pregunten a los agradecidos académicos de la fenicia AVL; es capaz de hacer suya la naranja de Vicente González Lizondo e incluso de lanzar un grito como el de El Palleter, llamando a la rebelión contra De la Vega o directamente contra Zapatero.
La cuestión es que cada uno defiende su trinchera y no necesariamente jugando limpio, dado que el PSOE ya pide el voto en Buenos Aires, con claro desprecio de la Ley Electoral.
En algunas cosas se ponen de acuerdo los partidos atrincherados. Últimamente en cerrar todos los caminos a Rosa Díez y su UPyD. Pese a que este partido tiene respaldos tan cualificados como los de Fernando Savater y Mario Vargas Llosa, es totalmente silenciado. Pese a que se presenta con propuestas atractivas, que conviene estudiar, Rosa Díez no logra la atención que le corresponde.
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