Habían filtrado una información acerca de los bienes de González Pons y éste contraatacó exigiendo que De la Vega aclarase el modo en que había logrado su patrimonio. La cosa parecía promisoria para los votantes, ya que De la Vega podría haber pedido a su vez que otros miembros del PP hiciesen lo propio, con lo que se hubiera obligado a que también los del PSOE tuviesen que dar sus explicaciones. Lamentablemente para los ciudadanos la sangre no llegó al río y nos hemos quedado sin saber cómo han logrado enriquecerse algunos.
Un nuevo episodio ha venido a ocurrir en las Cortes Valencianas. Marina Albiol, de Esquerra Unida, había mencionado, en una pregunta de control al gobierno, la pericia de Pedro Ángel Hernández Mateo, alcalde de Torrevieja, ya que en una operación inmobiliaria, por la que está imputado, además, había ganado 5,2 millones de euros. La cuestión es muy pertinente, dado que los políticos pueden tomar decisiones que redunden en su propio beneficio y la democracia proporciona algunos instrumentos para evitar esta posibilidad. La respuesta del aludido fue: "Si no retira sus palabras me veré en la obligación de decirle que es usted una de esas personas a las que se conoce por la profesión de su madre", con lo que vino a demostrar que no conoce exactamente el porqué de las sesiones de control. Se ignoran los motivos por los que Milagrosa Martínez, presidenta de las cortes, pidió a ambos que retiraran sus palabras. Falta saber lo que hubiera opinado si se hubieran referido a su propia madre. El alcalde dijo que desconocía si la madre de su interlocutora es costurera o comadrona. Lo que daba pie a preguntarle si desconoce más profesiones femeninas; podría haber dicho investigadora nuclear, ingeniera de caminos o cartera rural. Pero es que resulta difícil de explicar la diputada vaya a ser conocida por la profesión de su madre, en el caso de que su madre tenga alguna de las profesiones que le supone. Debió Marina Albiol interesarse por todas estas cuestiones, haciendo a su oponente las preguntas oportunas y optó por abandonar el hemiciclo. Pensó en ella más que en los contribuyentes que le pagamos el sueldo. Hernández Mateo logró escabullirse y no sé si entre las obligaciones de la presidenta de las Cortes estará la de hacer que ninguna pregunta que se formule quede sin respuesta. O por lo menos, evitar que quien sea interpelado pueda escabullirse de una manera tan burda.
Un nuevo episodio ha venido a ocurrir en las Cortes Valencianas. Marina Albiol, de Esquerra Unida, había mencionado, en una pregunta de control al gobierno, la pericia de Pedro Ángel Hernández Mateo, alcalde de Torrevieja, ya que en una operación inmobiliaria, por la que está imputado, además, había ganado 5,2 millones de euros. La cuestión es muy pertinente, dado que los políticos pueden tomar decisiones que redunden en su propio beneficio y la democracia proporciona algunos instrumentos para evitar esta posibilidad. La respuesta del aludido fue: "Si no retira sus palabras me veré en la obligación de decirle que es usted una de esas personas a las que se conoce por la profesión de su madre", con lo que vino a demostrar que no conoce exactamente el porqué de las sesiones de control. Se ignoran los motivos por los que Milagrosa Martínez, presidenta de las cortes, pidió a ambos que retiraran sus palabras. Falta saber lo que hubiera opinado si se hubieran referido a su propia madre. El alcalde dijo que desconocía si la madre de su interlocutora es costurera o comadrona. Lo que daba pie a preguntarle si desconoce más profesiones femeninas; podría haber dicho investigadora nuclear, ingeniera de caminos o cartera rural. Pero es que resulta difícil de explicar la diputada vaya a ser conocida por la profesión de su madre, en el caso de que su madre tenga alguna de las profesiones que le supone. Debió Marina Albiol interesarse por todas estas cuestiones, haciendo a su oponente las preguntas oportunas y optó por abandonar el hemiciclo. Pensó en ella más que en los contribuyentes que le pagamos el sueldo. Hernández Mateo logró escabullirse y no sé si entre las obligaciones de la presidenta de las Cortes estará la de hacer que ninguna pregunta que se formule quede sin respuesta. O por lo menos, evitar que quien sea interpelado pueda escabullirse de una manera tan burda.
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