sábado, 13 de septiembre de 2008

Fabra vuelve a insultar

Hace pocos días, la prensa valenciana publicó una foto en la que aparecían varios dirigentes del Partido Popular, pero no agrupados, sino un poco desperdigados, salvo un vulnerable Carlos Fabra –al menos esa idea da en la foto-, que busca el cobijo del recio Francisco Camps, que se lo da, de modo que ambos aparecen entrelazados por la espalda. Es sabido que Camps le gustan las muestras de sumisión, pero no hay datos que permitan afirmar que es por eso por lo que mantiene a Fabra en el cargo.
Esa imagen tan frágil de Carlos Fabra concuerda con la de quien no supo soportar las preguntas que le hacía un diputado de la oposición, al que acabó insultando cuando creía que el micrófono estaba cerrado. Las gafas que lleva siempre también abonan esa percepción. No parece descaminado pensar que Francesc Colomer, con sus preguntar, buscara precisamente incomodarle, al menos esa es la impresión que da. Pero Fabra debe tener en cuenta que si está imputado no es por capricho y que la obligación de los diputados de la oposición es precisamente preguntarle sobre esos asuntos. Que carguen más o menos las tintas al hacerlo es secundario. Se nota en el
vídeo que a Fabra le incomodan bastante las preguntas que se le hacen. Quizá tenga una idea patrimonial de su cargo y piense que los demás tienen la obligación de aplaudirle y de aprobar todo lo que hace.
Es posible que cuando se juzguen los casos en los que está inmerso desde hace mucho sea declarado inocente. Pero el hecho de que se le respete la presunción de inocencia no significa que no se le tenga que preguntar.
La fragilidad de Fabra se ha vuelto a poner de manifiesto cuando para justificarse ha dicho que el insulto que dirigió a Colomer es bastante corriente en Castellón. Contentos han de estar los castellonenses con él. Y luego le preguntó al insultado que porqué se había sentido aludido, lo que constituye un nuevo insulto. Y cuando Colomer pidió la palabra, no se la concedió.
Si a Fabra le incomodan las preguntas, si no sabe contestarlas en el lugar que corresponde, aportando los datos que le piden y haciendo gala de elocuencia, ingenio o probidad, o todas estas cosas juntas, puede abandonar la política. Nadie le obliga a estar en ella, ni nadie es imprescindible. ¿Por qué sigue?

1 comentario:

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Me ha parecido realmente lamentable la actitud de Fabra. No es justo ese comportamiento de quien es representante de los ciudadanos en una democracia.
Saludos,
Diego