sábado, 27 de septiembre de 2008

Gustavo de Arístegui y el Sáhara

Imaginemos que una banda de delincuentes entra en una joyería dispuesta a llevárselo todo. El dueño de la joyería, lógicamente, se opone y recurre a la policía. Llega ésta y dice que cada una de las partes debe renunciar a sus maximalismos. Los ladrones dicen entonces que ellos renuncian a la mitad. El dueño de la tienda sigue negándose y entonces la policía le dice que carece de fuerza para defenderse por sí mismo y que ella no quiere hacer nada por ayudarle.
Lo que antecede es idéntico al contencioso que mantienen Marruecos y el Sáhara. Todas las resoluciones de la ONU favorecen al Sáhara y condenan a Marruecos, pero la ONU no está dispuesta a hacer uso de la fuerza para obligar a Marruecos a cumplir lo que se le manda.
La postura de Arístegui es la que se ha dicho antes, que cada una de las partes ha de renunciar a sus maximalismos y que Marruecos ya lo ha hecho. Añade el diplomático español que el Plan de Autonomía de Marruecos para el Sáhara es claramente insuficiente. Un diplomático, por lo que se ve, puede decir, en la misma frase, una cosa y su contraria. Marruecos ha concedido un alto galardón a Arístegui, cosa que, por lo que antecede, no tiene nada de extraña.
El diario El Mundo, del pasado jueves, le atribuyó a Arístegui la siguiente frase: "Cada país tiene que defender sus aspiraciones legítimas, y éstas deben estar en el marco de la legalidad internacional y de las resoluciones de las Naciones Unidas", que suscribiría totalmente el Pueblo Saharaui.
Si se da la razón al más fuerte, en lugar de a quien la tiene, nos podremos encontrar con que el personaje más poderoso del mundo sea alguien tan tiránico como el propio rey de Marruecos, Mohammed VI, o el siniestro Putin. De ahí a lo que describió Orwell en su novela 1984, un paso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las declaraciones del señor Aristegui , demuestran , la fragilidad moral de algunos politicos europeos entre ellos muchos españoles , de ser susceptibles al cohecho por el generoso bolsillo del Sultan , aunque sea a costa de los valores de los que presumen defender.