José Antich, el director de La Vanguardia, glosa, en su artículo de hoy, la visita de Felipe González a Barcelona, en la que aprovechó la ocasión para decir que Zapatero podría hacer más para combatir la crisis. Antich se muestra de acuerdo en este punto, pero en el artículo no se dan más detalles. Ni siquiera explica en qué dirección deberían ir esas cosas. Lo que interesa a Antich, se ve al final del artículo, es recalcar dos cosas: que Zapatero no trata bien la crisis y, sobre todo, que González lo critica públicamente.
Hubiera sido interesante conocer las medidas que propone el anterior presidente socialista porque él alentó el sectarismo, para sacarle provecho electoralmente. El sectarismo no ayuda a combatir la crisis, más bien ayuda a agudizarla. Así que lo que cabe inferir de la afirmación de Felipe González es que quiere recalcar que se considera superior a José Luis Rodríguez Zapatero. Algo ha hecho éste que ha despertado los celos del otro.
Pero como Antich sigue su hilo, aprovecha para hablar también de Aznar, cuya motivación para incordiar a Rajoy es diferente. El dedo de José María Aznar señaló a Mariano Rajoy, pero en lugar de haberse encogido luego para siempre, como correspondía, sigue tratando de hurgar en donde no debe, su dueño se empeña en estar en la palestra. Aznar tuvo la fortuna de parecer, en un momento dado, mucho más grande de lo que es, pero él se empeñó en recobrar su talla normal y lo consiguió. Y ahora añora aquello que parecía ser y no es.
La cuestión es que el director de La Vanguardia dice que González y Aznar se comportan de un modo y en cambio Pujol nunca se mete con Mas, luego Cataluña es diferente, o sea, es mejor.
Pero imaginemos otra cosa. Supongamos que el 23 de febrero de 1981, Jordi Pujol todavía no ha cedido su escaño a Carles Alfred Gasoliba i Bohm. Cabe entender que en ese momento, Pujol no querría ser como los tres que defendían o representaban a España, Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo. Por no ser como ellos, se tiraría al suelo y se haría unos cuantos moratones.
Hubiera sido interesante conocer las medidas que propone el anterior presidente socialista porque él alentó el sectarismo, para sacarle provecho electoralmente. El sectarismo no ayuda a combatir la crisis, más bien ayuda a agudizarla. Así que lo que cabe inferir de la afirmación de Felipe González es que quiere recalcar que se considera superior a José Luis Rodríguez Zapatero. Algo ha hecho éste que ha despertado los celos del otro.
Pero como Antich sigue su hilo, aprovecha para hablar también de Aznar, cuya motivación para incordiar a Rajoy es diferente. El dedo de José María Aznar señaló a Mariano Rajoy, pero en lugar de haberse encogido luego para siempre, como correspondía, sigue tratando de hurgar en donde no debe, su dueño se empeña en estar en la palestra. Aznar tuvo la fortuna de parecer, en un momento dado, mucho más grande de lo que es, pero él se empeñó en recobrar su talla normal y lo consiguió. Y ahora añora aquello que parecía ser y no es.
La cuestión es que el director de La Vanguardia dice que González y Aznar se comportan de un modo y en cambio Pujol nunca se mete con Mas, luego Cataluña es diferente, o sea, es mejor.
Pero imaginemos otra cosa. Supongamos que el 23 de febrero de 1981, Jordi Pujol todavía no ha cedido su escaño a Carles Alfred Gasoliba i Bohm. Cabe entender que en ese momento, Pujol no querría ser como los tres que defendían o representaban a España, Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo. Por no ser como ellos, se tiraría al suelo y se haría unos cuantos moratones.
2 comentarios:
"el director de La Vanguardia dice que González y Aznar se comportan de un modo y en cambio Pujol nunca se mete con Mas, luego Cataluña es diferente, o sea, es mejor."
Curioso silogismo. Pujol es Pujol y Catalunya (por fortuna) es Catalunya. Y en todo caso que algo sea diferente no lo hace mejor, simplemente lo hace distinto. Ni mejor, ni peor.
Papitu, he comprendido que los catalanes son diferentes porque cagan de otro modo ¿cagan hacia arriba?
¡Ah! cuánta tontería.
Aragonés y español, y a mucha honra
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