Según Ignacio Calderón, director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, ‘lo que más miedo da a los jóvenes es sentirse marginado por su grupo’, y para evitarlo muchos consumen droga. Esas son las consecuencias de invertir el orden de las cosas, cuestión a la que no es ajena la clase política, o al menos buena parte de ella.
El orden natural consiste en adquirir primero unas convicciones y luego seleccionar las amistades en función de ellas. Adecuar las propias ideas al pensamiento del grupo es lo mismo que no tener ideas, estar expuesto a las manipulaciones y a quedarse indefenso ante la vida. De ahí a las drogas, un paso. Y de ahí a dejarse seducir por los nacionalistas, otro.
He nacido y vivo en España, por tanto tengo la obligación moral de buscar lo mejor para España. Pero de ahí a estar conforme con todo lo que haga o pueda hacer España va un abismo. Si el gobierno español, en nombre de España, comete alguna injusticia, debo estar de parte de la justicia. Por ejemplo, si España olvida al pueblo saharaui, lo correcto es estar a favor de quien recibe el trato injusto. En cambio, los nacionalistas exigen el apoyo incondicional. Las consecuencias de ese empeño por parte de la clase política, o de parte de ella, de que los ciudadanos pierdan el sentido crítico son evidentes. Ahora bien, esperar que lo reconozcan y rectifiquen es de una ingenuidad total y absoluta, dado que lo que les importa a ellos es su escaño y lo que conlleva, coche oficial, etc.
La solución a casi todas las cosas pasa por la educación, por enseñar a los alumnos a pensar por sí mismos y a tomar decisiones basándose en sus conclusiones y no en lo que digan los demás. Y sin embargo, no sólo el nivel de alumnos españoles baja de año en año, sino que con frecuencia se utiliza la educación para adoctrinar.
El orden natural consiste en adquirir primero unas convicciones y luego seleccionar las amistades en función de ellas. Adecuar las propias ideas al pensamiento del grupo es lo mismo que no tener ideas, estar expuesto a las manipulaciones y a quedarse indefenso ante la vida. De ahí a las drogas, un paso. Y de ahí a dejarse seducir por los nacionalistas, otro.
He nacido y vivo en España, por tanto tengo la obligación moral de buscar lo mejor para España. Pero de ahí a estar conforme con todo lo que haga o pueda hacer España va un abismo. Si el gobierno español, en nombre de España, comete alguna injusticia, debo estar de parte de la justicia. Por ejemplo, si España olvida al pueblo saharaui, lo correcto es estar a favor de quien recibe el trato injusto. En cambio, los nacionalistas exigen el apoyo incondicional. Las consecuencias de ese empeño por parte de la clase política, o de parte de ella, de que los ciudadanos pierdan el sentido crítico son evidentes. Ahora bien, esperar que lo reconozcan y rectifiquen es de una ingenuidad total y absoluta, dado que lo que les importa a ellos es su escaño y lo que conlleva, coche oficial, etc.
La solución a casi todas las cosas pasa por la educación, por enseñar a los alumnos a pensar por sí mismos y a tomar decisiones basándose en sus conclusiones y no en lo que digan los demás. Y sin embargo, no sólo el nivel de alumnos españoles baja de año en año, sino que con frecuencia se utiliza la educación para adoctrinar.
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