Estudió en la Facultad de Económicas estatal y fue considerado el número uno de los dirigentes universitarios. Su sola presencia física era tenida como un hecho subversivo. Lo cuenta Enrique Arias Vega, en su artículo De Mis Inicios Periodísticos En Tiempos De Franco, en el que también se lee lo siguiente:
(…) El muchacho también irritaba hondamente a los catedráticos más reaccionarios de la Facultad, quienes le profesaban una inquina contumaz y profunda. Uno de ellos, que le había suspendido reiteradamente por razones ideológicas en su asignatura del último curso, se vanaglorió ante sus compañeros de claustro:
--Yo, a ése, no le aprobaré en los próximos mil años.
--¡No fastidies! –le replicó un colega menos visceral o más inteligente que él –Si no le apruebas, vamos a tener a este tipo haciéndonos la vida imposible en la Facultad toda la vida. Así que tú mismo.
Convencido finalmente de su error el catedrático, me explicaron que así fue cómo consiguió acabar Joaquín Leguina la carrera de Económicas, (…)
Estas notas sirven para ilustrar la personalidad del que fue presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid y deberían servir de aviso para Zapatero, en el caso de que éste crea que lo puede hacer callar. No lo va a tener tan fácil como aquel catedrático al que le bastó con aprobarle la asignatura para perderlo de vista. La solución para Zapatero consistiría en cometer menos errores y atinar con las medidas para vencer la crisis, pero esto también lo tiene difícil, dada su patente incapacidad para hacer lo que debe, inconveniente que venía sorteando con su utilización excesiva de la demagogia, la división de la sociedad, y las rectificaciones a destiempo y eso cuando se producen.
Como lo previsible es que mientras persista Zapatero en la presidencia del gobierno la situación siga empeorando, Joaquín Leguina seguirá vertiendo en su blog las opiniones que le merecen las actuaciones gubernamentales
'Poderosa mente'
'Una herencia peligrosa'
'El número de tontos'
(…) El muchacho también irritaba hondamente a los catedráticos más reaccionarios de la Facultad, quienes le profesaban una inquina contumaz y profunda. Uno de ellos, que le había suspendido reiteradamente por razones ideológicas en su asignatura del último curso, se vanaglorió ante sus compañeros de claustro:
--Yo, a ése, no le aprobaré en los próximos mil años.
--¡No fastidies! –le replicó un colega menos visceral o más inteligente que él –Si no le apruebas, vamos a tener a este tipo haciéndonos la vida imposible en la Facultad toda la vida. Así que tú mismo.
Convencido finalmente de su error el catedrático, me explicaron que así fue cómo consiguió acabar Joaquín Leguina la carrera de Económicas, (…)
Estas notas sirven para ilustrar la personalidad del que fue presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid y deberían servir de aviso para Zapatero, en el caso de que éste crea que lo puede hacer callar. No lo va a tener tan fácil como aquel catedrático al que le bastó con aprobarle la asignatura para perderlo de vista. La solución para Zapatero consistiría en cometer menos errores y atinar con las medidas para vencer la crisis, pero esto también lo tiene difícil, dada su patente incapacidad para hacer lo que debe, inconveniente que venía sorteando con su utilización excesiva de la demagogia, la división de la sociedad, y las rectificaciones a destiempo y eso cuando se producen.
Como lo previsible es que mientras persista Zapatero en la presidencia del gobierno la situación siga empeorando, Joaquín Leguina seguirá vertiendo en su blog las opiniones que le merecen las actuaciones gubernamentales
'Poderosa mente'
'Una herencia peligrosa'
'El número de tontos'
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