Formo parte de esa legión que cuando accede a las páginas de El País busca inmediatamente la columna de Enric González. Pero hace poco escribió un artículo que no le fue publicado, presuntamente porque contenía esta frase: "Uno lo ve todo negro. No quiero ponerme en lo peor, pero cualquier día, en cualquier empresa, van a rebajar el sueldo a los obreros para financiar la ludopatía bursátil de los dueños".
Un periodista nunca debe callar. Un periodista que calla no es un periodista. Un periodista se arriesga a ser silenciado. Martín Domínguez, tras la riada de 1957, escribió en Las Provincias lo que tenía que escribir, merced a lo cual fue destituido fulminantemente. Un periodista que escribe al dictado podrá ser un gran literato, pero es más dudoso que pueda ser considerado periodista.
Un periódico compuesto por periodistas que escriben al dictado ha perdido su esencia. Sé de alguien al que publicaban en un medio todos los artículos que enviaba y ahora no le publican ninguno porque algún político se ha quejado. Estamos más cerca de lo descrito por George Orwell en “1984” de lo que nos pensamos. Sin ánimo de señalar a nadie, porque ignoro cuál es la situación actual del gran Enric González, al margen de que lleva unos días sin publicar nada, me permito decir que quienes amordazan a sus periodistas hacen un flaco favor a su periódico y a la profesión. Ésta, como otras, se nutre de la libertad y del coraje para denunciar situaciones.
Mal porvenir espera al periodismo y a los periódicos si se reduce a los periodistas a la condición de funcionarios, dicho sea esto con todos los respetos para estos últimos, cuya función en la sociedad, evidentemente, es otra. ¿Para qué quiere la sociedad unos domesticados y al servicio de los poderosos? Algún día llegará a España la democracia de verdad. En ese tiempo, los enemigos de la libertad carecerán de coartadas.
Un periodista nunca debe callar. Un periodista que calla no es un periodista. Un periodista se arriesga a ser silenciado. Martín Domínguez, tras la riada de 1957, escribió en Las Provincias lo que tenía que escribir, merced a lo cual fue destituido fulminantemente. Un periodista que escribe al dictado podrá ser un gran literato, pero es más dudoso que pueda ser considerado periodista.
Un periódico compuesto por periodistas que escriben al dictado ha perdido su esencia. Sé de alguien al que publicaban en un medio todos los artículos que enviaba y ahora no le publican ninguno porque algún político se ha quejado. Estamos más cerca de lo descrito por George Orwell en “1984” de lo que nos pensamos. Sin ánimo de señalar a nadie, porque ignoro cuál es la situación actual del gran Enric González, al margen de que lleva unos días sin publicar nada, me permito decir que quienes amordazan a sus periodistas hacen un flaco favor a su periódico y a la profesión. Ésta, como otras, se nutre de la libertad y del coraje para denunciar situaciones.
Mal porvenir espera al periodismo y a los periódicos si se reduce a los periodistas a la condición de funcionarios, dicho sea esto con todos los respetos para estos últimos, cuya función en la sociedad, evidentemente, es otra. ¿Para qué quiere la sociedad unos domesticados y al servicio de los poderosos? Algún día llegará a España la democracia de verdad. En ese tiempo, los enemigos de la libertad carecerán de coartadas.
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