martes, 23 de junio de 2009

Francia no quiere el burka

No recuerdo si he escrito alguna vez sobre el burka o sobre el velo islámico y ahora me voy a contradecir. Si es así, el hecho viene a confirmar una vez más que las ideas están para ser repensadas. La prohibición del velo en las escuelas públicas francesas se sustenta en ideas muy bien trabadas y es muy bien entendida por los franceses. La base de la que se parte es que quien emigra a otro país debe someterse a las normas del país que lo acoge. Esto parece elemental. Sin embargo, la práctica viene a demostrar que las perjudicadas son las niñas islámicas, puesto que sus padres no las llevan a la escuela.
Ahora Francia quiere prohibir el burka por las calles y esto ya es más peliagudo, puesto que las calles son lugares públicos por los que la gente pasea con las más dispares vestimentas. Se conoce que el espíritu de Napoleón todavía sobrevuela Francia y quiere hacer ver al mundo musulmán que el burka es indecente. Pero no es tan fácil introducir una idea en quien no la quiere aceptar. Las mejores revoluciones se producen de la mano de la educación, o sea, enseñando a pensar y aportando datos ciertos y no manipulados o tergiversados, para que cada uno se forme su propia opinión. Quizá esto sea lo contrario de lo que se hace ahora. Al menos, en España, en donde más bien se adoctrina.
Los musulmanes van a seguir emigrando, a Francia o a donde puedan. Y llevarán con ellos a sus mujeres, como una propiedad suya más. Y si en Francia no pueden salir sin burka a la calle, las encerrarán en casa. Al convertirse en raptores, se harán más bestias, al verse obligados a reprimir la sensibilidad día a día. Crecerá el odio en ellas y lo desviarán hacia Francia en particular, y el mundo occidental en general.

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