José Luis Olivas se ha mostrado dispuesto a fusionar Bancaja, entidad que preside, con otra caja de otra Comunidad Autónoma, en el supuesto de que las circunstancias obliguen a tomar grandes decisiones. La crisis es seria y conviene tenerlo todo previsto por si aún se deteriora más la situación. Ha descartado por completo que la fusión sea con la CAM, que es precisamente la que se empeñaba en hacer Zaplana.
Los políticos, si logran el poder, pueden hacer realidad sus sueños utilizando el dinero de los ciudadanos. En este caso, Zaplana no logró sus propósitos, pero sí que consiguió que tanto Bancaja como la CAM invirtieran buenas cantidades en Terra Mítica. Zaplana ahora está bien colocado y quizá no se siente responsable de nada.
Con respecto a las cajas, es significativo que las que se muestran reacias a fusionarse con las cajas de otras Comunidades Autónomas son las radicadas en Cataluña y el País Vasco. A los nacionalismos se les concedió demasiado poder. La crisis ha venido a demostrar que los arquitectos de nuestra democracia, entre los que tuvo un papel destacadísimo Felipe González, el mejor estadista español según Anson y nadie más, se equivocaron más de la cuenta, por bisoñez y falta de prudencia, y también por sobra de prepotencia en algunos casos.
Hay demasiadas cajas. Los políticos tienen una presencia agobiante y molesta en todas o casi todas ellas y, además, pueden impedir las fusiones. Lo cierto es que las cajas, los bancos, las empresas todas, se preparan para adelgazar, cerrar sucursales, reducir costes, etc.
En cambio, en la clase política, sin la cual las cajas probablemente tendrían muchos menos problemas, no se notan movimientos similares. El gobierno valenciano, pongamos por caso, podría suprimir las consejerías sobrantes, como la de Cultura, por ejemplo, y organismos innecesarios, como la Academia Valenciana de la Lengua, el Consejo Valenciano de Cultura, y quizá alguno más.
Las cajas, los bancos, las empresas, los ciudadanos, todos procuran gastar menos.
Los políticos, si logran el poder, pueden hacer realidad sus sueños utilizando el dinero de los ciudadanos. En este caso, Zaplana no logró sus propósitos, pero sí que consiguió que tanto Bancaja como la CAM invirtieran buenas cantidades en Terra Mítica. Zaplana ahora está bien colocado y quizá no se siente responsable de nada.
Con respecto a las cajas, es significativo que las que se muestran reacias a fusionarse con las cajas de otras Comunidades Autónomas son las radicadas en Cataluña y el País Vasco. A los nacionalismos se les concedió demasiado poder. La crisis ha venido a demostrar que los arquitectos de nuestra democracia, entre los que tuvo un papel destacadísimo Felipe González, el mejor estadista español según Anson y nadie más, se equivocaron más de la cuenta, por bisoñez y falta de prudencia, y también por sobra de prepotencia en algunos casos.
Hay demasiadas cajas. Los políticos tienen una presencia agobiante y molesta en todas o casi todas ellas y, además, pueden impedir las fusiones. Lo cierto es que las cajas, los bancos, las empresas todas, se preparan para adelgazar, cerrar sucursales, reducir costes, etc.
En cambio, en la clase política, sin la cual las cajas probablemente tendrían muchos menos problemas, no se notan movimientos similares. El gobierno valenciano, pongamos por caso, podría suprimir las consejerías sobrantes, como la de Cultura, por ejemplo, y organismos innecesarios, como la Academia Valenciana de la Lengua, el Consejo Valenciano de Cultura, y quizá alguno más.
Las cajas, los bancos, las empresas, los ciudadanos, todos procuran gastar menos.
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