El pasado día 17, el director del diario Levante-EMV criticó en su periódico a Rafael Ferraro por haberse presentado en las Cortes Valencianas a presidir la comisión de Obras Públicas disfrazado de fallero. Tal crítica no ha sido del agrado de un lector de dicho diario, M.A. Romero, que en una carta al director ha puesto los puntos sobre las íes, lo que ha motivado que el director se disculpe, aunque un poco a regañadientes.
Alega que es amante de las fallas, cosa que no se discute, y que también criticó en su día a Mónica Oltra por presentarse en las Cortes Valencianas con una camiseta que llevaba la leyenda “Se busca, only alive”. Pero no es lo mismo, a Mónica Oltra la criticaron todos. Rafael Ferraro pertenece al mundo del valencianismo con el que este periódico sigue la consigna “leña al mono hasta que hable inglés”. Si quien se hubiera presentado vestido de valenciano, que no disfrazado de fallero, hubiera sido alguien afín al catalanismo puede que el tratamiento hubiera sido otro. Bien hubiera podido ser una muestra de valencianía, un apego a las tradiciones, una muestra de amor al territorio, expresión tan de moda en la actualidad, que ni siquiera se exige que se explique, porque lo que interesa son las personas; el lugar en el que se desenvuelven ha de procurarse que sea lo más cómodo posible.
En una entrevista, Inés Ballester contó que cuando estaba en su panadería, en la semana fallera despachaba pan vestida con el traje regional. A nadie se le ocurriría pensar que faltaba al respeto a sus clientes. Al contrario, se vestía con sus mejores galas para atender al público. Esta manera de vestir no es indecorosa, ni son ella se busca ofender a nadie, ni tampoco ofender. En las Cortes Valencianas se hacen, con toda seguridad, otras cosas que sí merecen la crítica más descarnada.
Alega que es amante de las fallas, cosa que no se discute, y que también criticó en su día a Mónica Oltra por presentarse en las Cortes Valencianas con una camiseta que llevaba la leyenda “Se busca, only alive”. Pero no es lo mismo, a Mónica Oltra la criticaron todos. Rafael Ferraro pertenece al mundo del valencianismo con el que este periódico sigue la consigna “leña al mono hasta que hable inglés”. Si quien se hubiera presentado vestido de valenciano, que no disfrazado de fallero, hubiera sido alguien afín al catalanismo puede que el tratamiento hubiera sido otro. Bien hubiera podido ser una muestra de valencianía, un apego a las tradiciones, una muestra de amor al territorio, expresión tan de moda en la actualidad, que ni siquiera se exige que se explique, porque lo que interesa son las personas; el lugar en el que se desenvuelven ha de procurarse que sea lo más cómodo posible.
En una entrevista, Inés Ballester contó que cuando estaba en su panadería, en la semana fallera despachaba pan vestida con el traje regional. A nadie se le ocurriría pensar que faltaba al respeto a sus clientes. Al contrario, se vestía con sus mejores galas para atender al público. Esta manera de vestir no es indecorosa, ni son ella se busca ofender a nadie, ni tampoco ofender. En las Cortes Valencianas se hacen, con toda seguridad, otras cosas que sí merecen la crítica más descarnada.
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