Vidas rotas es el título de ese magnífico libro con el que los ciudadanos podemos homenajear a las víctimas de la barbarie etarra, esa atrocidad con la que se pretende, sin conseguirlo, como es lógico, amedrentarnos a todos. La buena noticia es que este libro ha alcanzado rápidamente la segunda edición. Por su encuadernación y por el tipo de papel está hecho para durar. Y debe hacerlo porque contiene, en letras de molde, el fracaso de ETA, y también el de los amigos en la sombra de ETA.
Los historiadores del futuro que se sientan intrigados por la larga duración de ETA tendrán en este libro todas las claves para averiguar los motivos. Y también pensarán, con toda probabilidad, que fue una gran idea contar, aunque sea brevemente, cómo fueron las vidas de todas las víctimas de ETA hasta el momento de su muerte. De este modo se impide el segundo objetivo de ETA, que mueran de nuevo al ser olvidadas. A partir de este libro ya viven para siempre, y también quedan para la historia los nombres de sus asesinos y el cobarde modo en que éstos llevaron a cabo sus acciones.
Tras el brutal atentado en suelo francés, en el que murió un gendarme, quizá los franceses se den cuenta de que jamás debieron ser permisivos con los infames etarras, puesto que lo único que cabe hacer con los asesinos es perseguirlos hasta detenerlos y ponerlos a disposición del juez. A partir de ahora, para los etarras será sumamente peligroso pisar suelo francés. Por parte española también nos queda la vergüenza de que los etarras hayan atentado en el extranjero. Si hubiéramos acabado con la banda en su momento, no hubiera ocurrido. Es sonrojante para nosotros que ETA haya durado tantos años. Es de esperar que ahora, una vez que han quedado atrás los “procesos de paz” y todas esas milongas, que no hacían más que dar alas al terrorismo, se acabe de una vez por todas con la peste etarra.
Los historiadores del futuro que se sientan intrigados por la larga duración de ETA tendrán en este libro todas las claves para averiguar los motivos. Y también pensarán, con toda probabilidad, que fue una gran idea contar, aunque sea brevemente, cómo fueron las vidas de todas las víctimas de ETA hasta el momento de su muerte. De este modo se impide el segundo objetivo de ETA, que mueran de nuevo al ser olvidadas. A partir de este libro ya viven para siempre, y también quedan para la historia los nombres de sus asesinos y el cobarde modo en que éstos llevaron a cabo sus acciones.
Tras el brutal atentado en suelo francés, en el que murió un gendarme, quizá los franceses se den cuenta de que jamás debieron ser permisivos con los infames etarras, puesto que lo único que cabe hacer con los asesinos es perseguirlos hasta detenerlos y ponerlos a disposición del juez. A partir de ahora, para los etarras será sumamente peligroso pisar suelo francés. Por parte española también nos queda la vergüenza de que los etarras hayan atentado en el extranjero. Si hubiéramos acabado con la banda en su momento, no hubiera ocurrido. Es sonrojante para nosotros que ETA haya durado tantos años. Es de esperar que ahora, una vez que han quedado atrás los “procesos de paz” y todas esas milongas, que no hacían más que dar alas al terrorismo, se acabe de una vez por todas con la peste etarra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario