Hizo Jaime Mayor Oreja unas declaraciones inaceptables e inoportunas y, además, exageradas, puesto que por muy fundadas que fueran las sospechas, no debió haberlas hecho sin aportar pruebas. Tenemos una partitocracia cuyos partidos se han convertido en oligarquías, y no podía ocurrir de otro modo, y como es previsible en estas circunstancias cuesta mucho mantener el orden. En cuanto alguien logra una cuota de poder, ha de hacerlo notar.
Lo correcto, en este caso y en otros muchos parecidos de todos los partidos, es que si Mayor Oreja tiene una sospecha de ese calibre la exponga ante los órganos de dirección de su partido. Cuando la disciplina se mantiene por la fuerza, con algunos no se puede. Cuando las decisiones no se toman de forma colegiada, después de un fructífero debate, sino que uno decide y los demás aplauden, no hay modo de lograr algo más que la sumisión.
Pues en esas estamos. Mayor Oreja metió la pata, cosa que no ha podido ser desaprovechada por aquellos que, faltos también de ideas, viven igualmente de la descalificación del contrario. Así pues, Zapatero, bajo cuya presidencia ha aumentado el número de suicidios, ha dicho que las mentadas declaraciones son disparatadas e inaceptables. Ha perdido la ocasión de callarse, porque él mismo es disparatado e inaceptable. Y nos aguantamos. Uno que no quiere que le llamen Pepiño, sino Don José, pero que se comporta comúnmente como Pepiño, le ha llamado miserable. Dijo el cazo a la sartén… La simpar Leire Pajín, que tantos momentos risueños nos viene deparando, indignante. También le parecerá indignante que toda la constelación europea no se doble ante Zapatero, ni que Obama no se haya percatado de que existe. Caamaño, a quien debe de parecerle responsable presionar al Tribunal Constitucional, le ha llamado irresponsable. Es decir, con estos bueyes hemos de arar.
Lo correcto, en este caso y en otros muchos parecidos de todos los partidos, es que si Mayor Oreja tiene una sospecha de ese calibre la exponga ante los órganos de dirección de su partido. Cuando la disciplina se mantiene por la fuerza, con algunos no se puede. Cuando las decisiones no se toman de forma colegiada, después de un fructífero debate, sino que uno decide y los demás aplauden, no hay modo de lograr algo más que la sumisión.
Pues en esas estamos. Mayor Oreja metió la pata, cosa que no ha podido ser desaprovechada por aquellos que, faltos también de ideas, viven igualmente de la descalificación del contrario. Así pues, Zapatero, bajo cuya presidencia ha aumentado el número de suicidios, ha dicho que las mentadas declaraciones son disparatadas e inaceptables. Ha perdido la ocasión de callarse, porque él mismo es disparatado e inaceptable. Y nos aguantamos. Uno que no quiere que le llamen Pepiño, sino Don José, pero que se comporta comúnmente como Pepiño, le ha llamado miserable. Dijo el cazo a la sartén… La simpar Leire Pajín, que tantos momentos risueños nos viene deparando, indignante. También le parecerá indignante que toda la constelación europea no se doble ante Zapatero, ni que Obama no se haya percatado de que existe. Caamaño, a quien debe de parecerle responsable presionar al Tribunal Constitucional, le ha llamado irresponsable. Es decir, con estos bueyes hemos de arar.
1 comentario:
Mayor Oreja, a mi juicio, a lo largo de estos años, comparando sus palabras con los hechos posteriores es creíble. Por contra veo a los partidos políticos carentes de principios y sin otro norte que el poder, lo que cuestiona toda corrección en su trato.
No creo que deban olvidarse estos extremos.
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