El diario El País publica hoy un informe en el que se da cuenta de que todos los diarios de difusión nacional, salvo el propio El País, pierden dinero. Resulta dudoso, por otra parte, que algún periódico gane dinero en España. Y los beneficios de El País posiblemente se producen gracias a las compras masivas de los ministerios y todos los organismos dependientes de ellos.
No obstante, cualquiera que sea el motivo por el que El País gana dinero, la situación que describe lleva a pensar en aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Se achaca la dramática situación de la prensa en general, también la de El País, a la crisis económica, cuando lo que ha hecho ésta, a lo mejor, es enmascarar la crisis real por la que atraviesan los medios españoles. Los periódicos viven a remolque de los políticos, y éstos ya han perdido toda la confianza de la población, y si se piensa que los medios también, es posible que se acierte.
Dado que cada periódico se ha alineado con un partido concreto, pudo haber un tiempo en que defender al partido de la oposición podía suponer un aumento en la venta de ejemplares. Hoy en día es dudoso que ocurra eso. Se ha institucionalizado el uso de eslóganes y consignas, y la desacreditación del rival como norma de actuación. Los ciudadanos son tratados como forofos. ¿Qué importa la información en este contexto? Lo que demandan los forofos es todo aquello que les permita zaherir a sus contrarios.
Se culpa también a la red, pero este enemigo, en el supuesto de que lo sea, es difícil de combatir, más bien conviene considerarlo como algo con lo que hay que convivir. La única posibilidad que existe es averiguar sus pautas para utilizarlas en servicio propio. Pero no es buena noticia para nadie que los medios pierdan dinero de forma generalizada.
No obstante, cualquiera que sea el motivo por el que El País gana dinero, la situación que describe lleva a pensar en aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Se achaca la dramática situación de la prensa en general, también la de El País, a la crisis económica, cuando lo que ha hecho ésta, a lo mejor, es enmascarar la crisis real por la que atraviesan los medios españoles. Los periódicos viven a remolque de los políticos, y éstos ya han perdido toda la confianza de la población, y si se piensa que los medios también, es posible que se acierte.
Dado que cada periódico se ha alineado con un partido concreto, pudo haber un tiempo en que defender al partido de la oposición podía suponer un aumento en la venta de ejemplares. Hoy en día es dudoso que ocurra eso. Se ha institucionalizado el uso de eslóganes y consignas, y la desacreditación del rival como norma de actuación. Los ciudadanos son tratados como forofos. ¿Qué importa la información en este contexto? Lo que demandan los forofos es todo aquello que les permita zaherir a sus contrarios.
Se culpa también a la red, pero este enemigo, en el supuesto de que lo sea, es difícil de combatir, más bien conviene considerarlo como algo con lo que hay que convivir. La única posibilidad que existe es averiguar sus pautas para utilizarlas en servicio propio. Pero no es buena noticia para nadie que los medios pierdan dinero de forma generalizada.
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