Luis Roldán, el que estuvo a punto de ser ministro, ya ha quedado en libertad después de haber pasado quince años en la cárcel. Dice que eso es muy duro y nadie se lo va a negar, pero lo cierto es que fue condenado a muchos más, porque lo que hizo es grave, y ha ido obteniendo una serie de reducciones de pena.
A pesar de todo, quince años de cárcel son muchos. Ahora bien, la cantidad de dinero que se le probó que había sustraído sigue en paradero desconocido. Cuando hablo del dinero cuya sustracción se le probó no estoy sugiriendo que pudo haber robado más, que yo eso no lo sé. Pero sí conviene destacar que al salir a la calle ha dicho que él ha pagado y a otros les ha salido gratis. Y esas cosas son las que nos deberían preocupar a los ciudadanos. Me refiero a que el dinero no ha aparecido y a la posibilidad de que Roldán no fuera el único sinvergüenza, sino tan solo el chivo expiatorio. El hecho de que no se haya podido rastrear el dinero demuestra, una vez más, que los controles establecidos son laxos. Baste recordar que en nuestra democracia sólo un político ha denunciado un caso de corrupción de su propio partido: Alonso Puerta. Fue el primero y el último, puesto que los demás debieron tomar nota de cómo se resolvió su caso.
Luis Roldán ahora podrá disfrutar de la libertad, pero parece que eso no le satisface por completo, dadas sus declaraciones al salir. Dice que “otros” se han salido de rositas, aunque de momento sólo ha dado el nombre de uno, Fernando Paesa, aunque insinúa que éste pudo haber hecho algún pacto con Juan Alberto Belloch. La política está montada de tal modo en España que los ciudadanos pueden tener la impresión de que se les escamotea todo lo posible.
A pesar de todo, quince años de cárcel son muchos. Ahora bien, la cantidad de dinero que se le probó que había sustraído sigue en paradero desconocido. Cuando hablo del dinero cuya sustracción se le probó no estoy sugiriendo que pudo haber robado más, que yo eso no lo sé. Pero sí conviene destacar que al salir a la calle ha dicho que él ha pagado y a otros les ha salido gratis. Y esas cosas son las que nos deberían preocupar a los ciudadanos. Me refiero a que el dinero no ha aparecido y a la posibilidad de que Roldán no fuera el único sinvergüenza, sino tan solo el chivo expiatorio. El hecho de que no se haya podido rastrear el dinero demuestra, una vez más, que los controles establecidos son laxos. Baste recordar que en nuestra democracia sólo un político ha denunciado un caso de corrupción de su propio partido: Alonso Puerta. Fue el primero y el último, puesto que los demás debieron tomar nota de cómo se resolvió su caso.
Luis Roldán ahora podrá disfrutar de la libertad, pero parece que eso no le satisface por completo, dadas sus declaraciones al salir. Dice que “otros” se han salido de rositas, aunque de momento sólo ha dado el nombre de uno, Fernando Paesa, aunque insinúa que éste pudo haber hecho algún pacto con Juan Alberto Belloch. La política está montada de tal modo en España que los ciudadanos pueden tener la impresión de que se les escamotea todo lo posible.
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