lunes, 15 de marzo de 2010

Nevó en Cataluña

Hablar de lo ocurrido en Cataluña y, si se desliza alguna crítica hacia los políticos catalanes, puede ser interpretado por un buen número de personas como una crítica a Cataluña. Pero esas mismas personas, por lo común, no pierden ocasión para censurar lo que ellos llaman corrupción en Valencia. No voy a negar que pueda haber corrupción en Valencia, pero no está demostrado que haya menos en Cataluña.
Lo que ha ocurrido con la nevada es una más. El tripartito le ha echado la culpa a una empresa privada de que buena parte del personal se haya quedado sin suministro eléctrico. ¿Puede haber enfermado o muerto alguien por este motivo? ¿Puede haberse arruinado alguien? Puede catalogarse como corrupción el hecho de que el tripartito no hubiera previsto que pudiera ocurrir esto y que, por tanto, no hubiera corregido el error antes de que ocurriera la catástrofe. Es un acto corrupto también que luego no asuma sus responsabilidades. El gobierno catalán debería haber pedido disculpas de inmediato, demostrando su sinceridad con la dimisión de algún consejero.
El democrático y elocuente acto de la dimisión, que a veces ensalza a quien lo lleva a cabo, no es frecuente en España. Más bien, se tiende a pensar que el transcurso del tiempo lo entierra todo. Lo que ocurre es otra cosa: la clase política se desacredita un poco más cada vez que quienes deben dimitir se aferran al cargo. Eso, como tantas otras cosas, no lo tiene en cuenta José Bono.
Falta por ver que el tripartito lleve a los tribunales a la empresa o empresas a las que señala como responsables del apagón y que gane el pleito. Pero aunque se diera ese caso, ello no le eximiría de su responsabilidad política. Se piensa ahora que este escándalo y otros tendrán coste electoral. Muy poco castigo parece para tanta culpa.

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