Ya han metido a Millet en la cárcel, ya están todos satisfechos. Ya están todos los sinvergüenzas en la cárcel, y los honrados pueden pasear tranquilamente por la calle. En Cataluña, el que la hace la paga. Los Pujol, Montilla, Hernández, Maragall, Carod, Saura, ya pueden proclamar satisfechos que Cataluña es un oasis en medio de la corrupción que anega España.
Quien tiene un chivo expiatorio tiene un tesoro. Con ellos no tiene sentido eso de “odia el delito, compadece al delincuente”. Con un chivo expiatorio rige la máxima “leña al mono hasta que hable inglés”. Hay que hacer pagar a Millet toda la vergüenza que han pasado los catalanes, los auténticos, los nacionalistas, por su culpa. Porque el nacionalismo catalán no es como el rancio nacionalismo español, teniendo en cuenta además que, según ellos, la nación española no existe y la nación catalana sí.
¿Cómo ha podido estar robando, presuntamente, claro, durante tantos años sin que los encargados de velar por el buen uso del dinero de los impuestos se dieran cuenta? Pues es que confiaban en la honradez de Millet y por eso no le fiscalizaban lo que hacía. ¿Cómo iban a pensar que un buen catalán iba a ser un ladrón? Ninguno de los muchos que a lo largo del tiempo tuvieron la obligación de vigilarle se siente culpable, ni piensa que no haber detectado los robos a tiempo sea un acto corrupto, ni, por supuesto, tiene intención de dimitir y ni siquiera se lo ha insinuado nadie.
Así que una vez encarcelado el culpable ya se puede mirar por encima del hombro a los demás, que en eso consiste el nacionalismo. Tenían un problema y lo han solucionado con su eficacia habitual, tan propia de los pueblos superiores. Ahora ya pueden seguir con su juego desleal con el resto de España y hacerlo con la suficiencia de quien cree que hace lo correcto.
'Diccionario Web 2.0''Tiempo de vida'
'Bajo toda la lluvia del mundo'
'¿Quiere usted hablar mejor?'
'Sabiduría esencial'
'La llave del secreto'
'El estupor y la maravilla'
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