Desde hace unos días, hay un grupo en Facebook llamado “Sacrificar un político a los dioses hasta que todo esto se calme”. No conozco a los fundadores, ni sé cuántos son, y lo cierto es que ya tiene más de ocho mil simpatizantes, de modo que la idea cuaja. Tratándose de un ritual sagrado al margen del catolicismo, cabría la posibilidad de que le gustara a Zapatero, siempre y cuando no fuera él el elegido, claro. Si tuviera que ser un socialista, no cabe duda de que podría sugerir una lista de nombres.
Hace poco vi a Vicente Rambla por las calles de Valencia. Tiene un caminar tan grave y ceremonioso que más que un político, un servidor público, parece el presidente de un banco o un obispo antiguo. Pero conviene dejar el hilo dramático de los sacrificios, no porque Vicente Rambla les pudiera parecer poco a los dioses, sino porque el evidente espíritu del grupo consiste en exponer por la vía humorística la incapacidad de nuestra clase política. Y si no están de acuerdo con este aserto que muestren lo previsores que fueron en tiempos de bonanza. Si lo de sacrificar un político es broma, lo que viven muchos ciudadanos es un drama.
Zapatero es el perfecto representante de esa ineficiente e irresponsable clase política. Y no es necesario sacrificarlo ni siquiera en broma. Dicen quienes le visitan que está desmejorando día a día. Tal vez sea porque el hombre no comprende que ya nadie se fíe de él, que nadie le aplauda cuando habla, salvo sus más de 600 asesores, sus ministros y Pajín, que nadie se quede con la boca abierta cuando dice alguna de sus frecuentes paridas, que nadie, salvo Botín, aplauda sus medidas económicas. Quizá piense que si todo el mundo tuviera fe ciega en él no habría crisis y todo iría mejor. Y se consume pensando que no nos lo puede hacer comprender.
'Diccionario Web 2.0''Tiempo de vida'
'Bajo toda la lluvia del mundo'
'¿Quiere usted hablar mejor?'
'Sabiduría esencial'
'La llave del secreto'
'El estupor y la maravilla'
'Mil millones de mejillones'
No hay comentarios:
Publicar un comentario