En un artículo publicado en el Diario de Sevilla, dentro de la serie “La Sevilla del guiri”, John Julius Reel, explica que los estadounidenses recelan de la suerte, para ellos todo depende del esfuerzo. Si alguien fracasa, no lo atribuye a la suerte, sino que piensa que es demérito suyo. Este modo de pensar viene muy bien a la nación porque todos los ciudadanos, o casi todos, se esfuerzan lo indecible por alcanzar el éxito.
Vistas las cosas con realismo, pensar que quien ha tenido un éxito rotundo no debe nada a la suerte y que quien fracasa lo ha hecho exclusivamente por su culpa, me parece ingenuo en el primer caso y extremadamente cruel en el segundo. En la vida de una persona influyen muchos factores, la mayor parte de los cuales no se pueden controlar. Para que alguien triunfe de modo total tienen que darse una serie de circunstancias, todas favorables. Muchos se quedan a un paso del triunfo, por algún pequeño detalle que ha fallado, sin que se pudiera evitar. Otros sufren una catástrofe, estando también en la más absoluta de las indefensiones. Un ejemplo ilustrativo de cómo surgen factores con los que en un principio no se contaba es el de María Jesús Díaz Pérez, que tras la dimisión del anterior alcalde de Boadilla del Monte, debió pasar a ser la nueva alcaldesa. Sin embargo, el alcalde saliente exigió, para dimitir, que le sucediera otro de los concejales y la dirección del partido, sorprendentemente, accedió. ¿Qué podía hacer María Jesús contra eso? Según informa El País de hoy, el nuevo alcalde también está implicado en la trama que hizo dimitir al primero, cosa que no ocurre con María Jesús. O sea que hizo todo lo que pudo, se comportó con honradez y no tuvo el premio merecido, que no era otro que el de servir a su pueblo en el puesto de mayor responsabilidad.
En lo que respecta a España, John Julius Reel, está en lo cierto. Aquí se utiliza la suerte de un modo excesivo, pero tiene una explicación. En Estados Unidos el esfuerzo, la valía personal y la preparación tienen mucha importancia. Lo que tiene importancia en España, en cambio, es la “disponibilidad”. El decirle al jefe siempre que sí y tener la suerte de que otros no lo hagan con más gracia. Se ve claramente en la política, en donde todos los ministros y todos los consejeros son especialistas en aplaudir a sus jefes. Y se ve en los consejos de administración, en los que todos aprueban las propuestas del presidente. Lo de España, lógicamente, quita moral al trabajador. Para aumentar la productividad habría que imitar hasta donde fuera razonable el modo de pensar de los estadounidenses.
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