Los países islámicos se han empeñado en que la ONU acepte la pena por blasfemia. La definición que da el DRAE sobre la blasfemia es la siguiente: Palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los santos.
En El Gran Libro de los Insultos, de Pancracio Celdrán Gomariz, se dice que el insulto actúa como sucedáneo de alguna acción violenta, logrando evitarla muchas veces. Con Dios, la cosa cambia. No se le puede agredir físicamente, puesto que nadie lo ha logrado ver jamás. Siendo así las cosas, tener fe o no tener es una opción personal. Obligar a alguien a creer en Dios es ofender al propio Dios. Si hubiera querido que la fe fuera obligatoria, se hubiera mostrado fehacientemente, para que a nadie le cupiera ninguna duda. Por tanto, no siendo así, cabe deducir que lo que desea Dios es que prolifere la duda.
Resulta cuanto menos curioso que haya tanta gente que se empeñe en otros vayan al cielo y que para conseguirlo les hagan pasar un infierno. En cambio, si cultivaran la duda, se evitarían muchos horrendos crímenes. Ahora mismo, los incivilizados que gobiernan en Pakistán se empeñan en ahorcar a una dama que, supuestamente, ha blasfemado. En el libro citado anteriormente se puede leer lo que sigue: “En situaciones tranquilas todo el mundo es bueno, es claro: no hay caldo de cultivo para el insulto en situaciones normales ya que es un mecanismo de defensa y en buena medida también de justicia, mecanismo que se suscita cuando un discurso moderado no conseguiría poner las cosas en su sitio.”
Lo que debería hacer la ONU, demostrando de paso que sirve para algo, es prohibir expresamente que la blasfemia estuviera tipificada como delito, e imponer graves sanciones a los países que castigaran a alguien por este motivo.
'Chitón. Historia de una infancia' 'Diario de Amelia'
'Antes de que se me olvide'
'Pobres mujeres'
'Tres ataúdes blancos'
'Elemental, queridos humanos'
'Los más duros de la historia'
'Felipe V'
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