viernes, 17 de diciembre de 2010

Ejecutado un reo en Oklahoma

Le han inyectado un sedante para animales, puesto que hay escasez del que se utiliza habitualmente. El reo, John David Duty, ha tardado 18 minutos en morir, según una información publicada por El Periódico en su sección Internacional. Si también hubiera habido escasez del sedante para animales utilizado, ¿cómo lo hubieran matado?, porque de lo que se trataba era de matarlo. Lo hubieran lapidado, si no hubiera habido otra opción. Que el Estado se convierta en asesino es una aberración.
Hay una corriente de pensamiento que más o menos viene a decir que si un asesino comprendiera todo el daño que ha hecho no querría vivir, puesto que le resultaría insoportable el recuerdo del dolor causado y llegado a este punto el Estado le ayudaría en su deseo de morir aplicándole la eutanasia. Pero las tampoco son exactamente así. Si todos los que han tomado decisiones caprichosamente, porque “podían”, fueran conscientes de las repercusiones que han tenido en otras personas, causando muchas veces daños considerables e irreparables, tampoco podrían vivir. La inconsciencia, que permite vivir sin remordimientos, está muy expandida por nuestro mundo, de modo que quien puede hacer algún daño con su forma de actuar piensa que son sus posibles víctimas quienes deben protegerse o apartarse. Robert Louis Stevenson fue uno de los señalaron los efectos que pueden tener en los demás las actuaciones egoístas.
La irresponsabilidad y la inconsciencia forman parte de la clase política, que teóricamente debería ser la más responsable, y de la clase empresarial, por ejemplo. La brutal crisis que padecemos imposibilita que se pueda negar este aserto. Y sin embargo, ninguno de los culpables de la crisis, que ha propiciado una serie de medidas catastróficas para los más indefensos, se siente responsable. Algunos suicidios se han producido a causa de la crisis.
No hay ningún modo razonable de defender la pena de muerte, cuya existencia se debe más a oscuros atavismos, y al odio que habita en muchas almas, que con este castigo puede materializarse en personas concretas. La civilización debería desterrar estos hábitos.
'Guía de supervivencia de Amelia frente a matones'
'El Quijote contado a los niños'
'La aventura del cálculo'
'Chitón. Historia de una infancia'
'Diario de Amelia'
'Antes de que se me olvide'
'Pobres mujeres'
'Tres ataúdes blancos'

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