Todos los poderosos tienen palmeros. Podría pensarse que ser palmero es ridículo, pero hay tantos que lo que ocurre es que no serlo es un problema. Algunos de los palmeros de Botín son de postín. Zapatero y Botín se fotografían mucho juntos. ¿Es Zapatero un palmero de Botín? ¿O es Botín un palmero de Zapatero?
Recurro a la hemeroteca y me encuentro con que Zapatero promete paliar la crisis sin recortar el gasto social. Eso asumido como un proyecto personal. No en las hemerotecas, sino en la prensa de hoy, Botín se refiere a la puesta en marcha de reformas estructurales, en las que quiere que se profundice, sin añadir que esas reformas no han servido para crear puestos de trabajo, ni que los derechos de los trabajadores que se han recortado no impedían crearlos en los tiempos anteriores a la creación y estallido de la burbuja.
Dice Botín, y que me perdonen sus palmeros si lo saco a relucir, que España saldrá de la crisis, como lo ha hecho siempre. Es fácil ser optimista en sus circunstancias. Más complicado les resulta a quienes están en la lista de espera de la Sanidad, a los que han perdido su trabajo, a quienes han tenido que cerrar sus negocios, a quienes van a ser desahuciados.
Si no hubiera fraude fiscal las posibilidades serían mayores, pero en la Junta de Accionistas Botín le retiró la palabra a un accionista que le preguntó por sus problemas con Hacienda. A quien no le retira la palabra, ni el cargo, es a Alfredo Sáenz, a pesar de que ha sido condenado por el Tribunal Supremo.
Sin contar con la presunción, o quizá certeza, de que una buena parte de las empresas del IBEX´, entre las que estaría el Santander, podrían estar sirviéndose de paraísos fiscales para evadir impuestos.
Pero los palmeros, como su propio nombre indica, van a la suya.
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