Según las noticias que van trascendiendo el titulado diccionario biográfico español bien podría haberse titulado diccionario hagiográfico español. Se conoce que se los encargados de escribir las semblanzas fueron amigos de los reseñados y quizá la explicación sea que con esto se ha buscado ahorrar dinero.
Es una obra que probablemente se ha publicado a pérdidas y puede que los autores hayan consentido en cobrar poco a cambio de decir lo que se les ocurra. Como consecuencia, el diccionario pierde mucho.
Es obvio e innegable que el régimen de Franco fue una dictadura y que como tal necesitó la represión para mantenerse. Por muy conforme que esté su biógrafo con Franco no cabe negar la realidad de las cosas. Omitir algo es tergiversar la historia.
Pero es que no sólo se ha actuado así con Franco; al parecer, ha ocurrido con muchos personajes. De un arzobispo se ha omitido decir que castigó a un pueblo sin misa hasta que pidiera perdón. Eso es un hecho relevante y al pasarlo por alto se reconoce tácitamente que el prelado no actuó correctamente. El párroco de la localidad se conducía como si fuera una autoridad y decidía qué cosas se podían hacer en la calle y qué cosas no. No dentro de la parroquia sino en la calle. Llegó hasta a interrumpir y frustrar una cabalgata. Los vecinos no estuvieron conformes y el arzobispo tomó la determinación citada. Cuando se le hizo ver que junto a esa decisión debió haber tomado la de renunciar a los impuestos del pueblo se apresuró a enviar a un sustituto para que dijera misa. Previamente, un cardenal se había solidarizado con el párroco de marras, puntualizando que quería mucho a los vecinos de ese pueblo.
Dado que son varios los casos similares, particularmente, no me interesa ese diccionario. En otras condiciones sería suficiente con no comprarlo. Pero es que ha sido subvencionado. El gobierno ha dedicado parte de mis impuestos a financiar una obra carente de rigor y ese comportamiento no me parece adecuado.
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