Ayer, día de San Juan, y no porque fuera ese día, sino por imperativo de las agendas de cada uno, Rafa Marí, Enrique Arias Vega (dos reconocidos gastrónomos) y yo (amante de la paella), nos reunimos para comernos una paella en el restaurante El Rancho de Mislata. Es un lugar acogedor y sencillo, en donde se aparca fácilmente. Hablamos de muchas cosas durante la comida, porque con estos dos personajes los motivos de conversación se suceden de forma incesante, de modo que hemos quedado en continuar la charla en el mismo lugar, probablemente con el mismo menú.
De Bildu no hablamos. ¿Para qué? Que lo haga Eduardo Madina, que esperaba que el Tribunal Constitucional les diera una alegría. ¿A quiénes?
Que lo haga Zapatero, que recomendó calma a los nacionalistas vascos hasta que se pronunciase el Tribunal Constitucional.
Que lo haga Gabilondo, con una de sus soporíferas homilías, si quiere.
Que lo haga Pascual Sala Sánchez, al que, según confesión propia, se le pone la carne de gallina.
Que lo haga Eugeni Gay Montalvo.
Que lo haga Elisa Pérez Vera.
Que lo haga Adela Asúa Batarrita.
Que lo haga Luis Ignacio Ortega Álvarez.
Que lo haga Pablo Pérez Tremps.
Nosotros, los comensales, no podíamos hablar de cosas que dan asco, que inducen al vómito, que son crueles con las víctimas del terrorismo. Por otra parte, dado que estábamos comiendo no podíamos referirnos a Bildu puesto que a continuación hubiéramos tenido que hablar de los mierdas que han votado por este partido. He aquí que ahora han quitado un retrato del Rey por lo que representa y al mismo tiempo llevan en la solapa un pin con el número de un preso etarra. Son tantas las que han hecho los tipos estos en tan pocas horas que Gabilondo tiene material para unas cuantas homilías, que yo desde luego me voy a perder.
Por cierto, la paella no era de gallina. Era de pollo y conejo.
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