Pero Bildu ya está aquí. Acabo de escuchar la homilía de Gabilondo que hay colgada en El País. No lo haré más. Daban ganas de ir rezando, no para espantar a Bildu, que ya está aquí, a Pascual Sala gracias, sino por la manera de predicar.
Afortunadamente, tengo en casa dos libros que Gabilondo no ha leído, y si los ha leído es como si no, que son Vidas rotas y Mal consentido. Está feo que un predicador se olvide de las víctimas. Consuelo Ordóñez se vio obligada a abandonar San Sebastián, muy a su pesar. No quería hacerlo. María San Gil dice que se va, no quiere tener un alcalde de Bildu. Muchos otros no van a tener más remedio que quedarse. Y encima, los vídeos de Gabilondo. La hora de la verdad dice, como si el asesinato de Gregorio Ordóñez hubiera sido de mentira. Y el de otros.
La cuestión es que tres magistrados del Tribunal Constitucional han renunciado, porque sus puestos debieron ser renovados en noviembre. Y esto no es más que otra prueba de que nuestro sistema político no da más de sí. Este tribunal está desprestigiado desde que se decidió enterrar a Montesquieu.
Conviene recordar quiénes son sus componentes en la actualidad
Pascual Sala Sánchez, juez. Presidente.
Eugeni Gay Montalvo, no juez. Vicepresidente
Elisa Pérez Vera, no juez.
Adela Asúa Batarrita, no juez.
Luis Ignacio Ortega Álvarez, no juez.
Pablo Pérez Tremps, no juez.
Los que anteceden votaron a favor de la legalización de Bildu. Sus nombres quedarán para la historia. Votaron en contra los siguientes:
Javier Delgado Barrio, juez.
Ramón Rodríguez Arribas, juez.
Roberto García-Calvo y Montiel, juez.
Manuel Aragón Reyes, no juez.
Francisco José Hernando Santiago, juez.
Los tres dimisionarios son Eugeni Gay, Elisa Pérez y Javier Delgado.
Lo procedente sería someterlo todo a revisión para frenar en lo posible la banalización del mal que ha propiciado el éxito de Bildu.
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