sábado, 30 de julio de 2011

20-N

El modo más pueril que tiene el ser humano para creerse bueno es señalar al malo. Zapatero sabe que el malo es Franco. Fue un dictador y como tal tuvo que firmar condenas de muerte. ¡Ah!, pero en vida de Franco abundaban los franquistas, muchos de los cuales dejaron de serlo luego. ¿Qué hubiera sido Zapatero de tener la edad de Polanco? Habida cuenta de su facilidad para desdecirse y hasta para contradecirse, no cabe descartar que hubiera sido franquista como él. Como Polanco. Y como otros muchos.
Ser antifranquista hoy en día no tiene mérito, hasta los preescolares lo pueden ser. Sin embargo, la fecha que ha elegido Zapatero para las próximas elecciones no parece casual. Y hasta el diario El País le recuerda que podría haberlas convocado perfectamente para octubre, después de haber intentado sacarle los colores (no puede ser y además es imposible) con la evidencia de que el mismo argumento le sirve para una cosa y la contraria. Porque el desparpajo del todavía presidente del gobierno le ha permitido afirmar que esta decisión ya la tenía tomada de antemano, sin importarle que al hacer esta revelación pone en entredicho a unos cuantos colaboradores suyos y hasta a sí mismo.
Marco Aurelio dijo que el mejor modo de vengarse de un enemigo consiste en no parecérsele. ¡Y cuántos de los que ahora maldicen a Franco persiguen el poder si lo alcanzan hacen de las suyas! Esas fijaciones mentales proporcionan mucha información sobre quienes las padecen. Resulta, por otra parte, que lo que se llama democracia española se viene revelando cada vez con más precisión como una dictadura de partidos. Recibieron el poder de Franco, a través del Rey. Los diputados procuran agradar a quienes confeccionan las listas, no a los ciudadanos. Zapatero manifestó al principio de su mandato su deseo de cambiar a España, no de servir a los españoles. Ha arruinado a España.

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