viernes, 15 de julio de 2011

Christine Lagarde, directora del FMI

Dije una vez en cierto lugar que la función de la inteligencia es buscar la sabiduría. Pensaba que transcurrido un plazo prudencial llegarían varias respuestas. Me equivoqué, solo hubo una y fue inmediata: ¡A mí no me interesa la sabiduría para nada! ¿Estaban de acuerdo conmigo quienes callaron o lo estaban con quien me respondió?
La observación de la realidad muestra que el dinero es el dios más adorado. Y muestra también que quienes logran acumular mucho, por lo general, endurecen al mismo tiempo su faz. El anterior director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, abandonó precipitadamente un hotel, olvidando algunos objetos personales, tras haber tenido un incidente con una empleada. Era una relación claramente desigual. Como lo que hizo parece ser que no es ilegal se plantea la posibilidad de optar a la presidencia de Francia. No se sabe si los franceses podrían resistir tanta grandeur o se conforman con la de Sarkozy. De momento, lo que han hecho es enviar una sustituta. No se trata de lo de del alcalde de aquel pueblo cuya maestra estaba enferma y que le pidió una prostituta al ministro, porque si le llega a pedir una sustituta el ministro hubiera dicho que sí y a su regreso a Madrid ya se hubiera olvidado; de ese otro modo, tenía una anécdota para contar.
Los franceses no han mandado a una prostituta, sino a Christine Lagarde. Y para que se porte bien le han subido el sueldo y le han dado otras grandes ventajas. En concreto, cobrará 467 940 dólares, más 83 769 dólares de suplemento. A lo que añadir una serie de prebendas nada desdeñables.
Si un pobre traspasa la ley por un milímetro va a la cárcel. A saber lo que hubiera ocurrido si lo de DSK lo hubiera llevado a cabo un muerto de hambre. A un rico o una rica le suben el sueldo para que no lo haga.
Los ricos siempre encuentran excusas para subirse el sueldo unos a otros y todos entre sí. Pero no se consideran responsables de la crisis que vivimos, a pesar de que ellos estaban en los sitios clave para verla venir y frenarla. Ni la vieron venir ni la frenaron, pero se han subido los sueldos. ¿Tendrá eso que ver con la sabiduría?

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