Circula por Internet una lista de alcaldes cuya primera medida ha sido la de subirse el sueldo. Los alcaldes son los políticos que están más cerca de los ciudadanos. Un ministro de Hacienda puede pasarse todo el tiempo haciendo números sin tener conciencia real de que esas operaciones afectan directamente a los ciudadanos, pero un alcalde sí que ve a los jubilados sufriendo lo indecible para conseguir vivir con su pensión, y a los parados esperando un milagro.
Y en la situación en que vivimos, con una crisis que se ha llevado por delante, y quizá de forma definitiva, muchos de los logros del Estado del Bienestar, ha habido alcaldes que han comenzado su mandato subiéndose el sueldo. Hay que hacer constar también que la crisis española ha alcanzado tal magnitud debido a la impericia de la clase política española en general. Unos tienen más responsabilidad que otros, pero no se sabe de ningún político que haya optado por pagarse el móvil de su bolsillo o renunciar a alguna de sus prebendas en solidaridad con quienes se han arruinado para siempre. La clase política ha seguido derrochando.
Teóricamente, los políticos son personas con afán de servicio a los ciudadanos y deseos de ser útiles a la sociedad. Sin embargo, en la actualidad son pocos los españoles que vean las cosas de este modo. Y es que tal y como está configurada la política española es difícil que las cosas puedan darse de otro modo. Quienes hacen las listas tienen el dominio sobre los que aspiran a figurar en ellas. Al ciudadano sólo se le tiene en cuenta a la hora de pedirle el voto, para lo cual se le acosa de forma inmisericorde, llenándole el buzón de la correspondencia y con campañas publicitarias sin cuento, que corren a cargo del erario público. Acabadas las elecciones, se tiene tan poco en cuenta al ciudadano que algunos alcaldes se suben el sueldo, sin que los líderes de los partidos los expulsen o, al menos, los llamen al orden.
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