La nueva presidenta de Castilla la Mancha, María Dolores de Cospedal, ha iniciado un camino que más pronto que tarde tendrán que seguir los demás presidentes autonómicos. Lo de suprimir gastos innecesarios es una necesidad desde el mismo momento en que estalló la burbuja inmobiliaria.
Los políticos, teóricamente, tienen vocación de servicio. Desean hacer cosas que beneficien a la comunidad. Esto sería cierto si al surgir alguna dificultad pensaran enseguida en los más desfavorecidos, lo cual en el caso español les hubiera llevado enseguida a ahorrar, para no ponerlos en peligro. Los adversarios políticos de Cospedal, los que tiraron la casa por la ventana, la critican, porque dicen que ahorra el chocolate del loro.
Esperanza Aguirre, no tiene un puto duro, ya se sabe. Bueno, ella sí, quien no tiene es la Comunidad que preside.
Lo de Francisco Camps es peor. No es que no tiene un duro, sino que lo debe y más de uno y más de dos. Bueno, no es que lo deba él, sino nosotros, los ciudadanos. Se ha gastado él el dinero, con el aeropuerto de Castellón, con la Nueva Fe, con el Ágora, con la Academia Valenciana de la Lengua, etc. Le respondió al juez que le preguntaba por unos trajes que los valencianos le debemos mucho, porque ha sacado adelante a la Comunitat. Así lo dijo él. Pues si la llega a sacar atrás...
La de Cospedal es la senda que necesariamente tendrán que recorrer unos y otros, dado que la crisis va para largo. Pizarro la vaticinó en su debate con Solbes, pero unos no le creyeron porque era del partido contrario, y los del suyo se lo tomaron a broma, puesto que siguieron derrochando, derrochando, derrochando.
En la Comunidad Valenciana hay muchas cosas que suprimir, y ahora falta que Camps se entere, o que alguien se lo explique.
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