He de discrepar de lo escrito días atrás por Enrique Arias Vega. Iba a pasarlo por alto, o a correr un tupido velo sobre la cuestión, pero no puede ser, porque Camps se ha vuelto a poner de actualidad. Lo que dijo EAV es que la valía de Camps está muy por encima de nuestra clase política.
En ese mismo artículo, EAV aconsejaba a Camps que se dedique a otras cosas, y que deje las conspiraciones y similares a aquellos que sólo saben aferrarse a su mediocridad. Pues Camps se ha aferrado, quién lo iba a decir, ¿verdad? Ha pedido que lo devuelvan al trono.
Es lo que ocurre en esta que llamamos democracia española. Si en lugar de votar listas hubiera que votar personas el asunto Camps podría ser diferente. O quizá no, porque sobre gustos no hay nada escrito. Cabe la posibilidad de que los votantes valencianos hubieran optado por este, que es tenido por el más nefasto de cuantos presidentes ha habido en la Comunidad Valenciana, y eso que el galardón era difícil de conseguir.
De lo que no cabe duda es de que Francisco Camps, querido o no querido por los valencianos, carece del sentido de la responsabilidad, puesto que habiendo sido la que él presidió la primera Comunidad en quebrar pretende volver a su antiguo cargo. Cabe entender que pretende demostrar que aún podemos estar peor.
Tampoco tiene mucho sentido del ridículo, aunque eso ya se sabía. De haberlo tenido, hubiera presentado la dimisión al darse a conocer aquella afectividad suya con su amiguito del alma, al que quería un huevo. ¿Cuántos huevos lo quiere ahora?
¿Qué pasa, ex presidente, con la CAM, Bancaja y el Banco de Valencia? Este Camps no se siente culpable por ninguna de las catástrofes que se nos han caído encima.
Enrique Arias Vega es un grandísimo profesional, ecuánime, objetivo, y con mucho sentido del humor. Quizá esto último lo explique todo.
Rajoy debería encargarle a Guindos que le explique a Camps que su tiempo en la política se ha terminado.
1 comentario:
Has descubierto, querido Vicente, que mi indirecto halago a Francisco Camps lo era para evitar que enrede más en la política valenciana pretendiendo un regreso desde su particular isla de Elba. A pesar de dedicarle decenas de artículos muy críticos, reconozco que su capacidad política es muy superior a la de los mediocres de los que se rodeó. Así se explica que durante 8 años convenciese a sus paisanos de que gracias a él vivían en el mejor de los mundos posibles. Esto último también sirve para calificarle desde el punto de vista moral. Un abrazo.
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