sábado, 13 de abril de 2013

El futuro de Alfredo Sáenz

Es curioso, por no decir sarcástico, que se hable de la honorabilidad que se exige a los banqueros. ¿Cómo se mide la honorabilidad de unos señores que se ponen unos sueldos desorbitados?
Una cosa es que nos digan que la economía de mercado es así y que si no se les pagan esos sueldos, esos altos directivos se van a la competencia. Luego resulta que, a pesar de esos altos salarios que presuponen un alto rendimiento, incurren en riesgos muy exagerados, con resultados catastróficos. Algunos bancos se han salvado gracias a su negocio en el extranjero. No ha sido por la acción de esos “genios” tan bien pagados.
Sería conveniente comparar el sueldo de Alfredo Sáenz, o el de cualquier otro de ese sector, con el de Aurelio Arteta, por ejemplo. Y comparar luego también el rendimiento que da cada uno de ellos a la sociedad. Fernando Savater, otro filósofo que tampoco creo que cobre esas cantidades, ha dedicado los mayores esfuerzos de su vida a combatir a Eta. Combatir el mal, explicándolo y posicionándose en contra de Eta, como han hecho ambos, sí que parece una actividad honorable. Por otro lado, la inteligencia de estos activistas contra cualquier forma de terrorismo no creo que sea inferior a la de ningún banquero español.
Si el condenado hubiera sido un empleado del mismo banco que le paga a Sáenz, la condena se hubiera aplicado de inmediato. Ah, pero es que el condenado es Él. Y hay que salvarlo. En ese empeño han coincidido dos gobiernos de dos partidos que parecen enfrentados.
Algunos bancos españoles han alcanzado tal tamaño que se puede suponer que tienen más poder que el gobierno. Y por si faltara poco, los ministros, de cualquier partido, en su mayor parte, sueñan con sentarse en consejo de administración de uno de esos bancos cuando se retiren de la política.
De modo que aceptamos “honorabilidad” como animal de compañía.

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